Páginas

teatro: LA ABUELA SE DESPIERTA


La abuela
se despierta.

Sinopsis.


  Con motivo de una herencia familiar, la capacidad de sanar a través de los cuentos, que recae en una muchacha de espíritu nervioso, se desarrolla una trama de intrigas entre los distintos parientes, que acaba en tragedia.


Personajes.

 Abuela, mujer de edad, que vive sola en la casa familiar y organiza el encuentro.

  Nietas, Sol y Rosa María, dos muchachas adolescentes.

  Rey, padre de las muchachas. Es un elegante hombre de edad.

  Reina, madre de las muchachas, nerviosa e insegura.

  Duquesa. Hermana del rey, mujer egoísta e insolidaria, elegante y muy preocupada por su propio bienestar.

  Tía Estela. Hermana del rey, madre de un bebé. Siempre se relaciona con terceros a través de las tecnologías.

  Enfermero. Personaje cómico secundario.


  Perla. Monologuista final.


Anotaciones psicológicas.

  La abuela representa a la mujer sabia que despierta. En un principio aparece desorientada y vapuleada por las circunstancias, pero no tarda en recuperar el control de la situación. Son sus años de experiencia y su generosidad y amor lo que conforman la base de su autoridad. Su despertar se debe a la interactuación con sus nietos. Peinada con moño y pelo gris,  esta será su seña de identidad.

  Las nietas representan el futuro del pensamiento humano. Son tres, un niño de corta edad, Relampaguito, y dos muchachas adolescentes, Sol y Rosa María.

  Relampaguito representa el espíritu expectante al cambio. Es el embrión del que cabe esperar el máximo de recursos, ya que en su estado inicial puede absorber toda la información necesaria para desarrollarse correctamente.

  Sol es una muchacha cínica y pragmática, que ha aprendido los manejos para sobrevivir ocultando su verdadera naturaleza. Este mecanismo la sume en una confusión y tristeza que, sin embargo, al no ser definitiva, pues su desarrollo no es completo, termina por superar.

  Rosa María es el espíritu aventurero sin guía, irreflexiva e irreverente, se convierte en la víctima propiciatoria de la situación.

  El Rey, padre de las dos muchachas, representa la espiritualidad ajena al cambio. La vida espiritual le está vedada en su comprensión, pero puede acceder a ella si encuentra una senda sensorial a través del inconsciente.

  La Reina, madre de las muchachas, representa el espíritu sensible que ha sucumbido a la soledad.

  La tía Estela, madre de Relampaguito, representa la necedad de ignorar la vida espiritual. Es incapaz de solucionar los problemas de la colectividad, pues su individualismo ha cegado su sensibilidad.

  La Duquesa, hermana del Rey, representa los caminos perversos de quien, perdiendo el interés por la espiritualidad, encuentra en dicha pérdida una recompensa para sí misma, con lo cual su intento es el de perpetuarla. Es amiga de prejuicios e insiste en considerar el suicidio como una lacra social, razonamiento en el que se apoyará para perseguir sus fines.

  El enfermero representa el resultado de una sociedad de espaldas a la sensibilidad. Auténtica víctima inocente, es el ejemplo de individuo al que evolucionaríamos en un mundo hostil sin sentimientos. También personifica el tabú social que rodea las muertes por suicidio y el miedo generalizado a los trastornos psicológicos, incluso entre los profesionales de la salud. Este texto pretende ser un alegato en contra del tratamiento oscurantista del suicidio y la locura en la familia y la sociedad.


 La Perla, que interpreta un monólogo final, representa el cuento como unidad individual dentro de un acerbo cultural de historias que se conservan de modo oral y que están relacionadas. El hecho de perder una sola de estas historias desvirtuaría la ideal total del conjunto y es por ello que ningún cuento no deben ser olvidado y que los contadores de cuentos son necesariamente los guardianes de que no suceda.

  Los muñecos de papel representan la presencia del resto de los interesados que, aún no estando presentes, son una influencia en el desarrollo de la historia.

  Las frases que aparecerán en el gran televisor se distribuyen en octavilla al principio de la obra, con lo que el espectador se relaciona con el texto desde una perspectiva azarosa y personal. Las octavillas tendrán la misma maquetación que la proyección.



Escenografía.

  La obra se desarrolla en unidad de tiempo, espacio y acción. La escena progresa en el salón de una vivienda antigua.


  En la pared izquierda se sitúa un aparador con tarros de cristal en su estante superior. En el centro de la escena hay una mesa baja, en el centro de una vistosa alfombra. A la derecha se sitúa un amplio conjunto de cojines para recostarse enfrente de una gran pantalla, colocada en la pared del fondo. En dicha pared, de derecha a izquierda, se sitúan la pantalla, el vestidor y una puerta de entrada a la escena. Esta puerta de entrada tiene la forma de un gran libro de cuentos.

  Los personajes en acción serán, como máximo, tres. Esto implica la sustitución del resto de personajes por maniquíes o muñecos. Para que los actores puedan cambiar rápidamente su caracterización, el vestuario se simplificará en unas batas que representarán el atuendo completo.

  La movilidad en escena será máxima, puesto que en el cambio de personaje el actor deberá cambiarse de bata e instalar un muñeco en la posición del personaje que ya no está activo. Estos manejos no se ocultan, por lo que en el fondo de la pared central aparece un vestidor con perchas, donde, además de estar las batas, se apoyan los muñecos que no se utilizan.

  Los muñecos serán toscos y de tamaño real, sin caracterización. Fabricados con papel de periódico, deben resultar ligeros en su manejo, que responderá al tono de la acción. Como ejemplo, en el momento que la adolescente Sol se esconde para espiar a su padre y a su tía, la actriz utilizará el muñeco de parapeto. Este sistema permitirá la circunstancia de que un número limitado de actores escenifique una obra de muchos personajes, del mismo modo que ocurre en el teatro de marionetas. En el caso de que existiera un número mayor de actores, estos no ocuparán el papel del muñeco, sino que pasarían a formar parte de la escena como personajes complementarios.

  Un ejemplo serían los momentos en los que la abuela cuenta un cuento y los nietos se agrupan a sus pies, donde un número mayor de actores podría formar un auténtico grupo de escucha, al modo tradicional de las aldeas, donde los niños se agrupaban en mayor número. Es de suponer que estos actores suplementarios utilizarán mecanismos de expresión distintos a la palabra, como la danza o el canto.

  En el baile de marionetas final, los muñecos, pendiendo de cuerdas, sobrevolarán al público, que deberá manejarlos como el mecanismo que hace sonar una campana. Reproducirían frases de cuentos tradicionales o de la obra misma, frases que irían y vendrían entremezclándose, simbolizando la marea de historias que conforma el tesoro de cuentos tradicionales de un determinado grupo social.

  Una parte importante de la escenografía es la pantalla donde se reproducirán las frases del dialogo que resulten más impactantes para el público.                                                         

  En la parte de la obra donde el público sube al escenario se establecerán tres puntos de encuentro con los actores. El primero es la partida de cartas en la mesa baja del centro, aquí se situaría la madre de las muchachas. El segundo el sillón, enfrente de la pantalla de proyección, donde la abuela contaría cuentos. El tercero será un cóctel junto al aparador, en el que surge una tertulia social y política con el Rey o la Duquesa. La curiosidad de los espectadores les llevaría al foco de atención que prefiriesen, aunque es de suponer que la mayoría permanecerán en sus propios asientos. El fin de este happening es el primer climax que presente, en cuanto se de este primer punto de satisfacción se interrumpirá el encuentro, volviendo los espectadores a ocupar su posición  original entre el público.


 Texto.


  En el sillón, frente a la gran pantalla, descansan dos grandes muñecos de papel. Una abuela entra en escena y emite una letanía para llamar su atención, sin resultado.

Abuela.- Pero, nietas, ¿qué
         hacéis ahí tumbadas,
         todo el día sin hacer
         nada, delante del
         televisor, ¿es qué de
         verdad no tenéis
         nada que hacer?


                                                                        ¿NO TENEIS NADA QUE HACER?

         Podrían, sí,
         ayudarme,
         aligerar con un
         gesto de atención
         mi carga, debo
         atender la huerta,
         las gallinas, sin falta,
         descansar
         no quisiera, pues
         soy el corazón del
         imperio y amo latir,
         pero siento que sola
         soporto, como
         única columna.

          Pero, nietas, ¿qué
         hacéis ahí tumbadas,
         todo el día sin hacer
         nada, delante del
         televisor, ¿es qué de
         verdad no tenéis
         nada que hacer?

         Son tan gráciles
         y esbeltas, fuertes
         muchachas y
         ostentan mis
         rasgos, su
         piel es tersa
         y alisa mis
         arrugas tenerlas
         a mi lado,
         destensan
         en mi cara
         las marcas
         de mi carga
         con sus banales
         y tiernas
         conversaciones,

         ¡si solo
         me abrazasen
         con ternura
         de nuevo!

Pero, nietas, ¿qué
         hacéis ahí tumbadas,
         todo el día sin hacer
         nada, delante del
         televisor, ¿es qué de
         verdad no tenéis
         nada que hacer?

         Quisiera ser
         amable con ellas,
         pero hace tiempo
         que campan a
         mi alrededor con
         escépticas miradas,
         no desean mis
         tesoros guardados,
         no aprenden
         de lo mío,
la experiencia,

soy un muñeco
animado, viejo
y desacreditado,
un fantasma
que pulula y en sus
miradas veo
la duda de si
será valiosa
mi sangre, la
que corre por sus
venas, ¡no nos
conocemos, apenas!

                                      Tras los muñecos se esconden
                                      las dos muchachas, que miran a
                            su abuela con incredulidad,
                    ¿habrá perdido la razón?

                 La mujer inicia una danza terrible y tribal.


Ab.-  ¡Qué vuelvan a mí
los años ancestrales,
qué fueran a mí
los años anteriores!

¡De mi fuerza y
misterio
de libro cerrado
deliberadamente!

                     
                                                                                                                                                                                                                                          DESFACHATEZ E INSTINTO
¡De mi pureza
y remedio,
desfachatez
e instinto
identificando
las señales y peligros!

¡El camino
en la palma
de mis manos!

                                      Las muchachas huyen despavoridas
                               y el timbre de la casa suena, lo que
                   interrumpe a la abuela de la broma a sus nietas.

¿Quién será?
Si solo el maldito timbre
no sonara como una
pésima broma…

                                      Entra un rey corpulento y enorme.

Rey.- ¡Querida madre!
¡Innombrable!
Tu título nobiliario
es el mejor de los
pretextos, mua, mua,
seremos a comer nueve.

Ab.-  De nuevo…

Rey.- Saca tus vajillas
resplandecientes.

                                      Entra en escena una reina.

Reina.- Querida suegra,
mua, mua,
te traemos un
regalo, ¡es un mantel
vintage!

Ab.-  ¡Por los santos
         de misa y paseo
         matinal, a las seis
         de la mañana
         cante el gallo!
¡Querida cuñada!

Rna.-No, no, nuera.

Ab.-  En absoluto, me
         encuentro perfectamente.

Rna.-          No, no, que no muera,
         nuera, no cuñada,
         cuñada no, nuera.
                                      La abuela sorprende a la Reina con un
                                apretón de manos enérgico.

Ab.-  Rosa María ¿y tú?


                                                                       TU DISCURSO ES INQUIETANTE
 

Rey.- Madre ho-no-ra-bi-lí-si-ma,
         ¿acaso estás perdiendo
         la razón, en estos tiempos
         de Alzheimer, tu discurso
         es, es, es... inquietante.

Ab.-  Rosa María,
         querido Alfredo,
         Alfredo, hijo de Alfredo,
         hijo de Eulalia y Tomás,
         de la casta de tu
         padre, porque a mi familia
         no saliste, perdona.

                                              Rosa Mª besa a su confuso hijo efusivamente.

         Aquí tenéis a
         vuestras hijas
         en actitud disciplente,
         y bien, ¿qué vais a
         hacer al respecto?

Rna.-          Enmudecer. Sufrir.

Ab.-  Vaya mantel más curioso,
         lo habrás hecho tú,
         por lo menos,
         con tus manos,
         dime que tendrá algo
         de valor la herencia
         que recibirán
         esas dos abandonadas.

Rey.- ¡Madre!

Ab.-  Rosa María, Alfredo,
         hijo de Alfredo, Rosa
         María ¿o acaso
         no tiene nombre 
         vulgar cada maldita
         flor que cubrieron de
         latinajos, ¡Rosa María!

Rey.- Madre Rosa madre
         María mamá,
         ¿está usted bien de
         salud?

Rey.- ¡Alfredito! ayúdame
         a desdoblar el engendro,
         que tengo curiosidad


                                                                                   EL MUNDO A MIS PIES
         por verlo entero,
         el mundo a mis pies.

Rna.-          Suegra Rosa madre
         María, no me lo
         rechace, se lo he traído
         con magnífica ilusión.

                                      La abuela examina las puntadas de la pieza.

Ab.-  Bien, bien, ¿Aurora?
         veo que la medicación
         surte el efecto justo
         en tu caso, Aurorita


                                                                                    CUÁL ES EL DERECHO Y
                                                                               EL REVÉS
         querida, ¿cuál es el
         derecho y el revés?

         ¡Alfredito, estira!

Rey.- Mamá bloody
         Rosa María,
         ¡empequeñezco!

                                      La abuela vuelve a hacerle carantoñas
                                   a su apenado y confuso hijo, el Rey.

Ab.-  Alfredito, perdona,
         es que soy tan bruta
         a veces contigo…

Rey.- Me comprometo
         a tu verdadero nombre
         si dejas de llamarme
         Alfredito, esto es
         serio, ¡el asilo te
         amenaza!

Ab.-  ¡Ja! ¿y quién
         cuidará de tu vejez
         cuando ella se
         divorcie? no me
         hagas reír, Alfredito!

Rna.-          Hay algo hermoso y
         terrible en su lucidez…

Ab.-  Niñas, doblad
         este mantel o,
         mejor dicho, poned
         mesa para nueve,
miradlas, ni se
mueven.
                                      La abuela se lamenta para sí.

Mis dulces retoños,
que tantos cuentos
han oído de mí,
quedaron sordas


                                                                      CÓMO HE ABANDONADO LOS CAMPOS!
al mundo, mi legado
ensordecido,
¡como he abandonado
los campos!
¡qué comeremos ahora!

Su espíritu
esquelético abandonarán
a la suerte, ya son
el suspiro en el viento
de nuestras esperanzas.

Amortajémoslas,
ayúdame, Aurora,
el alba de
lo nuestro acecha
y es esta su hora más
fría, que las puntillas
industriales las
protejan de su
precario raciocinio
y les quiten el mando.

                                     La pantalla se funde en negro,
                            se escuchan unas voces mientras les
                   extienden el mantel por encima.

Voces.- Jo, jo, jolines,
         que pasa tía, que
         no veo, quítate de
         delante, tía, joeee…

Ab.-  Calma, calma,
         animalillos, volveré
         con el látigo de un
         final horrendo,
         para que del cuento
         despertéis a la moraleja,
        
         tened paciencia,
         ¡sacos de huesos!

Voces.- ¡Abuelaaaaa!

Rey.- ¡Rosa madre
         bloody Mary…

                                      El Rey advierte a sus hijas.

Ab.-  Silencio, necio,
         “Abuela” en sus
         labios descarnados
         será su curación
         y no manía.

         ¡A ti, por desgraciado,
         Rosa María!

Rey.- Pero, madre, ¿qué es
         lo que te ha ocurrido?
         te encuentro alterada
         y extraña, temo
         por tu cordura
         y su degeneración.

Ab.-  ¿Y qué tal tus analíticas,
         mal padre? Has
         parido dos muertas,
         ¿Sigue tu colesterol
         por las nubes?
         ¿Tratas debidamente
         a tu querida
         esposa? ¿Haces
         ejercicio?¿Llevas
         una vida de naturaleza
         saludable? Te hablo
         de lo tuyo y te pregunto
         sin ánimo de respuesta.

                                      La abuela Rosa María levanta una esquina
                            del mantel que recubre a sus nietas en el sillón.

Después estaré
con vosotras, cielitos,
mataremos gallinas
y barreremos el
suelo entre canciones,


ahora descansad
esos huesos descarnados,
por lo menos es de buena
tela vuestra mortaja.

Rna.-          Rosa María, me
honra que te fijes en
su buena calidad.

Rey.- Reconoce que el objeto
es aterrador…

Rna.-          Alfredito, aquí cada

                                                                                                    LO QUE IMPORTA ES
                                                                                              EL DETALLE
cual que se lama su cola.

Ab.-  Lo que importa es el
detalle ¡y lo bien que
lo pasaremos fregando
los platos! Se ha estropeado
el lavavajillas, somos
nueve, quién vendrá
entonces…

Rna.-          Las nenas Sol y Rosa Mª
         y Relámpago, tu nietecito,
         su padre, ya sabes, que
         está de viaje, tu hijo,
         el gemelo de Alfredito.

Ab.-  ¡Ay, Adolfito! ¡Qué lejos
         estás de tu madre,
         Rosa María,
         otro padre ausente
         para un niño adorable
         de corta edad,


                                                                              EL MENÚ SERÁ EL DE SIEMPRE
         el menú será
         el de siempre,
         sopa, cocido,
         bizcocho, café
         y licores,

         bien, hijos,
         pelad  patatas,
         yo aquí me siento,
         voy a contaros
         un cuento.

Rey.- Pero que no trate
         de piernas amputadas,
         ojos ciegos,
         brujas devoraniños,
         ni lobos enfermos.

Ab.-  No, querido, será
         entonces de nuevas
         esperanzas, apertura
         de miras, maternidad
         responsable y el


                                                                                          EL SALVAJISMO ALEGRE
                                                                                                                                                                                                                                                                                  DE LO NATURAL
         salvajismo alegre
         de lo natural.

Rna.-          Mejor ahora…

Ab.-  ¡Aurora! Callad,
         que os voy a contar
         una historia de
         las que ocultan los
         libros de texto,
         pues su poesía
         aleja la monotonía
         de la autoridad y
         su verdad abre
         los ojos al cambio.

Rey.- Se dice crisis,
         Bloody Rosa,
         cómo se nota
         que no estás
         en los periodismos.

Rna.-          ¡La crisis, la criiiiiisis!
         ¡Escondamos la
         cabeza y
         esperemos despertar
         de tan fatídico
         sueño, todo
         cuento tiene final
         y el fin de la
         crisis se anuncia
         con ella cada día,
        
         esperanza,
         Rosa María.

Ab.-  El cambio, en
         cambio, nunca
         duerme…

         pelad, desgraciados,
         que somos, de nuevo,
         nueve a comer…
         el mantel, precioso.

Rna.-          Gracias.

Rey.- Horroroso…
         esas amigas tuyas
         del taller dominical
         del sagrado arte
         plástico, ¿no saben
         hacer madalenas?
         podrías haber traído
         una docena, que
         oprobio, ¡mi mujer
         no sabe cocinar
         postres! La gente
         habla, Aurora, la
         gente habla…

        
Rna.-          Buaaaaa, no
         me comprendes, aaaahgg…


                                                                                   QUE COMIENCE EL CUENTO
 

Ab.-  ¡Qué comience
         el cuento!

                            De debajo del mantel, que recubre el sillón,
                   mientras los progenitores pelan patatas, surgen
         dos muchachas, que se sientan alrededor de su abuela.
     Ella les sonríe y les acaricia el pelo con ternura.

El rey y la reina se convierten en muñecos, pues si escuchan, no
logran comprender.


Érase una vez
una voz que no podía
dormir, se agotaba
en pensamientos
rencorosos y hablaba
sola y a gritos, a veces,
a veces en susurros,
a las paredes circundantes
de la cocina.

Una noche, de madrugada,
un paseante escuchaba
por la rejilla de ventilación
las cuitas horrorizadas
de aquella voz maldita,

entonando una canción
a través de la reja, entró
en aquella cocina
un canto de inenarrable
belleza, ¡la canción
perfecta!

La voz enmudeció,
primero de miedo y
luego de recuerdos,
pero atendiendo a
la melodía quedó
dormida en
la alfombrilla
         que quedaba al pie
         del horno y, cuando
         despertó, vio que un
         magnífico bizcocho
         se había cocinado.

         Su aroma delicioso
         arrancó de la voz
         el recuerdo de
         la mágica noche
         y al bailar
         voz  y olor
         le creció una
         boca con dientes.

         La boca mordió el
         bizcocho,
         le brotaron unos
         ojos incrédulos, que
         lloraron de alegría,
         le crecieron piernas


                                                                                        LA GUINDA DEL PASTEL
         y brazos y las
         manos arrancaron
         la guinda del pastel,
        
que se convirtió en
el corazón de un
cuerpo que
había sobrevivido
a su propia soledad.

Entonces llamaron a
la puerta y, al abrirla,
una muchacha con los
pies amputados le pidió
que arrancase las espinas
de sus ojos y le llamó
bruja devoraniños,
que si podía liberar
a su hijo perdido, el
lobo enfermo, y ella
le contestó que se
había equivocado
de puerta, porque
con las espinas no
había visto bien el
número, fin.

Sol.-  ¿Y la moraleja,
         abuela?

Ab.-  Siempre debeis contestarle
         a la tele, y romperéis
         el hechizo, no os
         calléis nunca ante
         quien os hable,
         nenitas.

Nietas.-  Aaahhh…

                                      Las niñas danzan como monas.

Ab.-  Hala, vamos
         a matar a un gallo,
         que somos muchas
         a la mesa y es
         hoy un día especial.

Nietas.-  ¡Bruta, bruta!

                                      Las nietas juegan a la gallina ciega,
                          con una cuchara de palo mientras la abuela
                   prepara el animal para el guiso.

Ab.-  ¡Qué bonitas estáis!
         ¡Qué bonitas!

                                      La abuela se marcha y
                        las muchachas quedan a solas.

Sol.-  Avisa si viene alguien,
         no quiero que nos digan,
         que nos hablen, que
         nos dirijan la palabra.

Rosa María.-  ¡Dirigentes!

Sol.-  Vamos a comernos una
         galleta, que yo sé donde
         están.

R Mª.- ¡Dirigentes, que nos
         abocáis al hambre!

Sol.-  Jo, tía.


                                                                                                  JO, TÍA
 

R Mª.- Jo, tía.

Sol.-  Que no llego, aúpame.

R Mª.- Yo te prestaré mi
         fuerza para que alcances
         tus metas, que son las
         mismas mías,
         ¡las galletas!

Sol.-  No llego, a ver… azúcar,
         garbanzos, dinero, ¡dinero?,
         ¡galletas! Toma una, que no
         se note.

                                      Sol, al rebuscar en el alto estante
                                   de la alacena deja el frasco del dinero
                             a punto de caer.

R Mª.- ¡Qué se note! Qué se
         avergüencen ellos de
         la posición en la que nos
         han colocado, la lucha
         innoble por el capricho.

Sol.-  Ya está.

R Mª.- Creo que llegan,
         ahora verán y
          nos castigarán,
         qué nos importa,


                                                                                           SOMOS LIBRES
         ahora que somos libres
         y podemos rebatir
         al televisor, abuela,
         ¡tú nos has enseñado!

Sol.-  Cómo nos vea la
         abuela andando en
         las galletas ya vas
         a escucharle tú
         la contestación y el
         sermón.

         Mucho tal,
         pero luego son todos
         iguales ante el
         parásito, no hay
         comprensión de la
         situación, son ellos,
         claro que sí, los que
         aman sentirse superiores,
         los que nos han convertido
         en parásitos.

R Mª.-  ¡Revolución!

         Le voy a decir
         a la tele que no,
         que no me
         compro el perfume
         parfam, que no,
         que no pienso
         ver la serie esa,
         qué no me callaré.

Sol.-  Shh, vienen,
         ¿quieres que se
         fijen en nosotras
         y nos conviertan
         de nuevo en blanco
         de sus burlas?
         Cómete la galleta,
         atragántate,
         huyamos por la
         ventana, disimulemos,

         ooooh, me estreso.

R Mª.- ¡Pero la abuela
         nos ha conminado
         a luchar a voz en
         grito para dar a conocer
         nuestros más íntimos
         pensamientos!
         ¡¡con las dos manos
         estrangularé al opresor!!

Sol.-  No creo que la abuela
         nos dijese nada
         de gritar, ni de estrangular.

R Mª.-  ¡¡¡Dijo que no nos
         quedásemos calladas!!!

Sol.-  Vivo rodeada de
         dementes… me voy.

R Mª.-  ¡No me dejes aquí, con
         esa chusma totalitaria,
         de ideología que me asquea!

         ¡Volemos, sí, hacia otros
         territorios! Ayer vi una
         pared, querida hermana,
         gris y durísima, purísima
         verdad contra la que
         estamparnos, el auténtico
         golpe en la cabeza,
        
¡sobrevivamos al infierno!


                                                                                   SOBREVIVAMOS AL INFIERNO
¡Cojamos las bicis!

Sol.-  Toma,
         tu libro favorito,
         escóndete.

R Mª.- Aaahh, sí, sí…

Sol.-  Ahí estarás bien,
         tranquila, tranquila,
         duerme.

                            Sol canta a su hermana una nana, mientras
                        le acaricia el pelo y la dirige hacia el sillón,
                   donde se convierten en muñecos inmóviles.
         Aparecen en escena la tía Estela
 y su hijo Relampaguito, de corta edad.

Estela.-  Hola, nenas,
         qué bien os veo, mua, mua,
         aquí os dejo al nene y
         voy a tomarme un vermú.

Relampaguito.-¡Mamá, mamá!

Est.-  Quédate aquí con tus
         primas, venga, venga,
         chao…

                              Estela desaparece, hablando por el teléfono,
       entra la abuela y contempla a sus dos nietas escondidas
tras los muñecos y a Relampaguito, un muñeco más.



Ab.-  ¡Tres! Tres abandonados
         de nuevo, ¡y tú deja
         de leer! Vuestros
         padres se han ido de
         vermús, ayudadme
         a pelar las patatas y
         os contaré un cuento
         muy bonito.

Nietas.-  Noooooo…

Ab.-  Uno interesante.

Nietas.-  Noooooo…

Ab.-  Uno positivo y poético.

Nietas.-  Noooooo…

Ab.-  Uno bonito, interesante, positivo
         y poético de brujas devoraniños,
         piernas amputadas, lobos enfermos
         y peligros en el bosque.

Nietas.-  ¡Sí, sí!

                                      Las nietas se levantan y, con Relampaguito
                            de la mano, corren a abrazar a la abuela.
                   Salen las cuatro, en grupo, por la puerta.

         Entra Estela, su teléfono móvil sonando.

Estela.- El móvil…

                                      Estela rebusca en su gran bolso y
                            acaba por vaciarlo en el suelo, a gatas,
                   revolviendo, acaba por encontrarlo.

Ah, eres tú,
¿qué tal, amor? mua, mua,
sí, sí,
muy bien, en casa
de tu madre, el nene
con las primas, ya sabes,
lo peinan, lo visten, sí,
ya está mejor, un catarrito
de nada… ¿y tú?
ya, ya, ya… no, no,
de eso nada, ¿ahora
que estoy redecorando la
casa, durmiendo
en la cama grande con
el enano, que es
maravilloso!

Pues vete a una pensión
en el centro y te vas
todos los días de copas,
mira, ¡si te lo tengo
que decir yo!...

Pues me parece muy bien,
le dices que te enseñe un
truquito y animamos
un poco la cama
cuando vuelvas, que,
la verdad… aprovecha
y que te la chupe ella,
ya sabes que a mí
ya no me apetece
ser tan generosa contigo,
¿que era broma? Bueno,
pues peor para ti…

¿No ves que necesitas
el trabajo? ¿Y aquí
qué vas a hacer?
Fastidiarme todo el día,
yo no le voy a pedir
más dinero a mi madre…

pues te aguantas,
ahora ya estás ahí,
te aguantas, ¿no
tienes ningún amigo o qué?
Ni amiga, ni amigo,
oye, si eres un triste
no es culpa mía…
ya…

pues ponte el arnés
y ya no te caes, le
dices al encargado
que te lo manda tu
mujer… ¡y a mí que
me importa que nadie
se ponga el arnés!
¿que si te quejas te echan?
¡Pero no estás
diciendo que te quieres ir?
Entonces, tú verás,
si quieres caerte
de la viga sin arnés,
tú verás, deprimido
y paralítico, peor
para ti… yo muy
bien, el nene
te echa de menos…
sí, sí, yo también
te echo, pero de
mucho menos, o sea,
menos. Bueno,
ya hablaremos,
que viene gente
¡y tú no seas tonto,
que podías estar ahí
de vacaciones en
el paraíso!

Venga, chao, chao y
ponte el arnés, ¿o
quieres que hable
yo con el encargado,
que le conozco? Pues
tú verás, aquí no
vengas hasta
que  hayas alegrado
la cara, que Relampaguito
ya empieza a parecerse
a ti, todo el día quejándose.
¡Hombres!

Mañana, venga, chao.

                                      Cuelga el móvil y entra en internet,
                            se ríe, se ríe a mandíbula batiente.
                   Vuelve a sonar una llamada.

¡No puede ser!
¡Siempre tú!
Mi vida está
destrozada por tu culpa!

                                      Cuelga la llamada.

No sé qué pasa,
desde que usamos
los móviles
ya no tiene gracia
ninguna colgar
el teléfono, no
hace clonc,
hace mm,
no da placer,
no te puedes regodear
en el gesto,

me imagino lo
que será acuchillar
a alguien con la
mente, o disparar


                                                                                            EL FIN DE LA VIOLENCIA
con una muñequera
digital, o estrangular
a alguien por internet,
estoy segura de que
sería el fin de la violencia.

                                               Vuelve a sonar una llamada.

Cariño, lo siento,
¡vuelve!



¿Qué haces ahí?
¿Vas a matarte
en un trabajo
mal pagado?
tu madre me
mira mal,
el nene quiere
jugar a los cochecitos,
sabes que odio jugar
a los cochecitos,

¿Vas a volver? ¿no?
¡Estoy embarazada!
(Mentira)
¡Vuelve!
¡Claro que es tuyo!

                                      Cuelga la llamada estentóreamente.

Nada, no tiene
gracia ninguna.

                                      Estela sale de escena, algo más tarde
                            entra la abuela con Relampaguito en brazos y
                   la observa detenidamente. Se acerca al aparador
         y mira con detenimiento el estante de los frascos.



Abuela.-  Doblemente guardada
         está mi herencia,

         ocultas en aquel
         tarro de cristal,
         mis últimas decisiones,
         testamento de mis
         ilusiones, a salvo
         de discusiones y
         habladurías y, por
         otra parte, el legado
         de mi historia
         escondido en los ojos
         histéricos de una
         nieta inalcanzable.

         Se va la vida,
         dobla la esquina
         y olvida, ¿con que
         esfuerzo apretaré los
         nudos, si mis manos
         comienzan a
         doler, piernas
         cansadas y
         terror en mis ojos
         de ver tan avanzada
         mi vejez,

¡Expósito! 

                                      Le dice al niño.

         ¡Acompáñame
         al huerto!  quiero
         ver en tus ojos
         el sol, el espejo
         de los míos está
         empañado, pero
         aún podré sentir
         su calor viéndote
         corretear y en tu
         pelo se refleja.

         ¿Y tu madre? ¡Bebiendo!
         ¡Si aún me invitasen
         a sus conversaciones…
         pero, ¡qué va!
         me tratan de criada,
         esa que tendrá derecho
         a todo menos a
         la luz pública, no


                                                                                           DERECHO A OCIO
         lo consiento, que
         me enclaustren                                                 
         entre las paredes
         del deber, sin
         derecho a ocio,

         Expositín, somos
         dos, los huérfanos.
         Pongámonos
         nosotros mismos
         la copa, yo
         al huerto me llevo
         un coctail y a ti,
         un caramelo de palo.
                                                                  Rebusca entre los tarros
                                                                  del aparador.

           ¡Eh? ¿quién ha
         revuelto el estante?
         ¿habrán descubierto
         mi treta, mi testamento?

         Bien, ha llegado la
         hora entonces,
         hablaremos
         de quién y cómo
         heredará lo mío.

         Es curioso cómo se
         desenvuelve todo
         a mi pesar,
         aún queriéndolo
         manejar, el
         destino abre sus
         puertas, sin mirar
         quien las ha cerrado,
         ni quien guarda
         las llaves de la razón,
         esas que, tan a menudo,
         se pierden.

         Expositín, cielo,
         ven, que te enseño
         las gallinas.

         Vosotras, las
         escondidas y
         abandonadas,
         salid de ahí,

Nietas.- ¡Abuela!

Ab.-  En el huerto
         voy a contaros
         un cuento.

Rosa María.- Abuela, un cuento,
         siempre cuentos,
         cuando nos explicareis
         las verdades, sé que
         habláis en la mesa
         y que no entiendo
         vuestras conversaciones,
         ¡nos mentís!

Sol.-  ¿Podemos ver la
         tele? También es
         mentira y, al menos,
         no hay que fingir
         que se la ignora…

Ab.-    Un cuento!

R Mª.- Un cuento!                                                                                                               
                                                                  Las nietas brincan y se
                                                                             despiojan como monas.

Ab.-  Érase una vez
         una manzana


                                                                      ESO NO ES LO IMPORTANTE
         que le dijo a la
         mano “Eso no
         es lo importante”,
        
         la mano tapó
         la boca y la boca
         bostezó y se durmió
         cien años.

         Al cabo de ese tiempo
         la boca despertó
         con un murmullo
         de admiración,
         cien manzanos
         la rodeaban, llenos
         de fruta, pero cuando
         quiso cogerla,
         pues el hambre que
         sentía era terrible
         y alargó la mano
         hacia la manzana
         más brillante,
         esta le dijo
         “Eso no es lo importante”

                                                                  Las niñas chillan de sorpresa.

Sol.- Ahora veo que es
         cierto lo que dicen,
         estás loca, acabada.

                                                                  La muchacha se recuesta en el
                                                                    sillón y mira hacia el televisor,

                                                                En la pantalla aparece escrito
                                                               “acabada”.

                                                        Rosita consuela a su abuela y a
                                                     Relampaguito. La abuela, a su vez,
                                                  consuela a  los dos nietos.

Ab.-  Vamos, vamos
         al huerto.

R Mª.-¡Abuela!

                                                        Cuando salen de la habitación,
                                                         Sol rebusca entre los tarros de cristal y
                                                      corre a esconderse para comer el
                                                   caramelo que ha encontrado.

                                              Por la puerta aparecen el Rey y la Duquesa.


Rey.-          Querida hermana,
         qué gusto verte
         y tu hija, sin duda
         preciosa y elegantísima.

Duquesa.-  Ha conseguido
         un buen empleo y
en muy poco tiempo
la pienso casar.

Rey.- Lástima que no haya
         podido venir,
         me complace veros
         tan bien plantadas…

         tengo que darte
         una mala noticia.

Duq.-         ¡Qué me dices, hermano!
         ¿Es acaso mamá?
         ¡Qué pena, heredar
         tan pronto!

Rey.-          No, no, goza de
         muy buena salud física,
         sin embargo, me preocupa
         su estado mental.

         ¡Insiste en que la
         llamemos por
         su nombre!

Duq.- ¡Oh, que ocurrencia!
         ¿Y cómo se llama?

Rey.- ¿Mamá?

Duq.-         Claro, Mamá,
         que susto me habías
         dado.

Rey.- No, no, se llama
         Rosa María.

Duq.-         Rosa María, ah…
         como la tía abuela
         Rosa María, aquella
         mujer me daba escalofríos,
         me tiraba de las orejas,
         ¡y murió soltera,
         pobre mujer!

                                                                  Realiza unos gestos religiosos.

Rey.- De pobre, nada,
         recuenta que esta
         casa fue la suya
         y que Mamá, bloody
         Rosa, la heredó
         por ser su favorita.

Duq.-         Esa costumbre
         horrorosa de las
         favoritas me consume.

Rey.- Temo alguna
         amenaza a las
         buenas costumbres,
        


                                                                                                      RARO
         no me parece decente
         llamarla por su nombre,
         es… raro.

Duq.- Yo no me acostumbraría,
         ¿Rosa María?¿como
         tu hija menor Rosita María?

                                                                  Mientras se miran, pensativos,
                                                              cae el frasco que contiene el
                                                       testamento y dinero,
                                                   causando gran estrépito.

Rey.- ¿Qué es esto? ¡dinero!

Duq.-  Cuatro perras y este
         papelajo y ¡estas
         perlas! de acuerdo,


                                                                                          PLEITESÍA, PLEITESÍA
         me agacho, me rebajo.

Rey.- Se te ven los refajos.

Duq.-         Porque los llevo,
         ¡jardinero!
         puntilla de lo mejor.

Rey.- ¡Empresa de jardinería
         con varios asalariados!

Duq.-         Te recuerdo que tu
         riqueza se la debes
         a mi marido y sus
         productos financieros
         de diseño.

Rey.- Pleitesía, pleitesía.

                                                                  El rey se arroja en una
                                                                   reverencia japonesa mientras
                                                               la duquesa examina el documento.

Duq.-         Pero, ¿qué es esto?
         lo firma Rosa María.

Rey.- A ver…

Duq.- Infamia, locura,
         desorden, anarquía,
         ¡la casa es de Rosa María!

Rey.- Claro, Mamá.

Duq.- No, no, no,
         de tu hija menor.

         Aaah, gamberro,
         mucho lo has estudiado,
         ahora veo tu compromiso
         con la anciana,
         ¡me habéis desheredado!

Rey.- Querida hermana,
         no sabía nada.

                                                                  Reverencia, reverencia.
Duq.-         Habrá que impugnarlo.

Rey.- No sé cómo actuar…

Duq.-         Pensábamos venderla,
         la casa y encerrarla, a esa,
         en aquella residencia cercana,
         recuerda nuestras
         largas conversaciones,
         recuerda, desgraciado,


                                                                                                ME QUEDO CON LAS PERLAS
         ¡esta casa vale millones!

         ¿Me quedo con las perlas?
         No comeremos aquí,
         en esta casa de ladrones.

Rey.- Hermana, no nos
         precipitemos, quizá
         deberíamos esperar y
         observar a la anciana,
         pedirle explicaciones,

         ¡Seamos prudentes!

Duq.-         Traidor, estúpido y
         malvado, ¿cuáles
         son tus pretensiones?
         Confiesa tu alegría, tú
         y esa Rosa María.

Rey.- No nos rindamos
         todavía.

Duq.-         Tu fortuna
         pende de un hilo,
         recuerda y
         escondamos este
         papel mugriento,

         ¡Aaaah, me falta
         el aliento!

Rey.- Mi sustento,
         mi riqueza,
         mi asiento,
         mi momento,
         mis emolumentos,
         me duele la
         cabeza…

         Ya llegan, limpiemos
         esto rápido,
         todo debajo del
         armario.

                                               Comienzan a patadas a recogerlo todo,
                                                    escondiéndolo rápidamente bajo el
                                                     aparador, también las perlas, salen.

                                             Sol observa tras el sillón como
                                        abandonan la estancia.

Sol.-  Qué inútiles,
         ni barrer saben.

                                      La muchacha limpia cuidadosamente el suelo.

         Me lamento,
         desheredada,
         no lo siento,
         sinceramente
         me aburro,

         quizá con este
         lío consiga
         divertirme.

                                                                   Se escucha algarabía en el
                                                                      cuarto de al lado, lágrimas,
                                                                    gritos, interjecciones, sonidos
                                                                   animales, tambores. Sol
                                                                 escucha pensativa y baila
                                                              con la escoba, barre con esmero
                                                       todos los rincones de la habitación.

                                       Cuando ha terminado, un caos
                                     se precipita por la puerta, cuerpos
                                que caen aglomerados en el suelo
                            de la habitación. Sol los barre
                       de nuevo hacia la puerta y
                  la cierra con suavidad, después
             se sienta a la mesa y coge la baraja.

Su madre aparece y se sienta a su lado.

Sol.-  Madre, quién soy...
Reina.- Da cartas, reina.



  En este punto de la obra se establecen en el escenario varios focos de interés, una partida de cartas, con la Reina, una discusión sobre temática política y social con el Rey o la Duquesa  y, en el sillón, se inicia una sesión de cuentos con la abuela.

  Los espectadores surgen de sus butacas y se unen voluntariamente a la acción, el tiempo de este encuentro durará lo que el público encuentre necesario. En el climax se irán apagando las luces lentamente y volverán a sus asientos.

  En la pantalla digital aparecerá la grabación a tiempo real del happening, una cámara de mano irá filmando la interacción del público con la obra.

  Al término del encuentro las iluminación oscurece casi completamente el escenario. Motivos psicodélicos presagian una escena onírica. Un foco brillante ilumina a los personajes que, alternativamente, desarrollarán la escena.

  Sol se encuentra a la derecha, en cuclillas y atontada, por la izquierda se presenta su padre, el Rey, con la Reina, su madre. La mujer, convertida en un esqueleto vivo y quejumbroso, está enredada en la red que el lleva en las manos y a este le es imposible deshacerse de tan terrorífica visión. La Reina esqueleto insiste en abrazarle y, en el intento, acaba por morderle.


  Rey.-         Socorro, he pescado un esqueleto,
el terror me consume y me inunda,
como el mar profundo en el que
me interné para capturar la
más esperada de las presas. El
horror me aniquila al ver su rostro
hambriento y no podré liberarme
de ella, que me susurra palabras
inaudibles de amor y de hambre.

Debería alimentarla de mi
carne y peinarle sus mechones
podridos, pero lo fétido de su aliento
me desarma, ayudadme a
esconderme, pero que enamorado
regalo… y yo estoy aterrorizado,
temo por mi vida, pero en el fondo
de sus ojos asoma la luz que nunca
llega a las profundidades,
ay, no muerdas, tonta, cúbrete,
estás helada.

  Sol le grita, suplicante, pero su padre parece no oírla.

Sol.-           ¡Tápala, tápala,
¿no ves que
tiene frío?
tápala, ella
te ama!

  El Rey desaparece de la escena y un foco alumbra la súbita presencia de su tía Estela, visiblemente embarazada, que se dirige melosa a un interlocutor invisible.


Estela.-       Querido, estoy tan desesperada,
los melocotones de la bruja parecen
tan dulces, quién se va a enterar
si entras en su jardín y robas
para mí solo un par, con solo imaginar
su sabor me muero de deseo y
tristeza, eres mi esposo, por favor,
¡haz algo!

  Sol le advierte, aterrada.

Sol.-           ¡Nooooo, los melocotones de la bruja, no!
os llevarán a la desgracia, ¿es que no
sois felices?¡mujer ignorante, lo inimaginable
te acecha!

  Tras su tía, entra en escena la duquesa que, feliz y complacida, enarbola un discurso que enoja sumamente a la muchacha.


Duquesa.-  Celebraremos una gran fiesta e invitaremos
a todos, a todos menos a la bruja, ella
es desagradable y no podemos dejar que sus
modales arruinen nuestra fiesta, mi hija querida,
es tan hermosa…

Sol.-           Necia, tu gesto es una ofensa
indigna de tu posición, no te mereces
tu rango, necia, necia, necia,
ella es poderosa, ¡vas a arruinarnos
a todos!

Sol se ha levantado, indignada, en ese momento hace su aparición su abuela, que más parecería por su aspecto una terrible bruja. Sol la escucha atenta escupir las más terribles amenazas y le responderá orgullosa.


Abuela.-     ¿Cómo te atreves a venir a mi casa?
pidiendo favores… si no cortas toda
la leña del invierno esta noche
mañana por la mañana te mataré
y te pondré de primer plato
en mi mesa, que tiernita pareces…

Sol.-           Lo haré, lo haré, cortaré toda tu leña,
bruja, ya veré cómo, no me asustas
con tu aspecto, me has dado cobijo y
yo te lo agradeceré, ya lo verás.

  Sol ve con horror como aparece una bailarina de danza compulsiva que resulta ser su hermana Rosa María. Su baile es angustioso e incesante. Sol intenta asirla cuando pasa por su lado pero su inercia la mantiene en el mismo lugar y se ve incapaz de detener el sufrimiento de la bailarina.


Rosa Mª.-   Hermana, córtame los pies,
no puedo parar de bailar y me
estoy convirtiendo en un espectro,
estas zapatillas están malditas,
córtamelos ahora, antes de que
muera.

Sol.-           Pero, cómo, hermanita, no quiero
hacerte daño.

Rosa Mª.-   Córtamelos, córtamelos, no puedo
parar de bailar, es horrible,
¡me están consumiendo!

Sol.-           Pero, ¿cómo?¿cómo?

  Un gran hacha brillante abate a Rosa Mª ante los ojos atónitos de su hermana, derrotada por la pesadilla.

Sol.-           Hermana, hermana,
qué te ha pasado…

  La escena onírica ha terminado. Las luces se intensifican mientras Sol sigue arrodillada en la misma posición, junto a su hermana tendida en el suelo. Un camillero entra en la sala y se ocupa de Rosa Mª, acompañado de la abuela que atiende a Sol, inconsolable.


Abuela.-  Calma, hermosa,
         calma.

Sol.-  ¡Mi hermana!

Ab.-  Calma, mariposa,
         la atenderán,
         pierde cuidado,
         pero no tomes
         este vaso de agua
         envenenado,

         su propia muerte,
         cómo pudo…
         y con las pastillas
         de su madre,
         ¡pobre mujer!

         una leña tan fuerte
         hecha astillas.

Sol.-  Fue el hacha,
         abuela, un golpe


                                                                                 SUFRÍA
         demasiado
         contundente
         y yo lo sabía,
         que sufría,
         lo supe desde
         el primer instante.


                                                        Un camillero acomoda a Rosa Mª
                                                  en una camilla, le inserta tubos y atiende
                                             sus vómitos escandalosos con cubos y masajes.

                                     El enfermero se lamenta de su suerte, Sol solloza,
                                de rodillas, abrazada por su abuela.


Ab.-  Su propia muerte…



                                                                            SU PROPIA MUERTE
Enfermero.- ¡Qué asco!
         Esto no es nada,
         una persona sana
         y joven, ¡qué se levante!

         Vaga, perra, descuidada,
         estúpida, podría estar
         atendiendo yo a
         auténticos enfermos
         y no a esta escoria
         social que muere de
         aburrimiento.

Ab.-  Calla, salvaje,
         vete a la mierda,


                                                                     CONTADORA DE CUENTOS,
                                                                SANADORA DE ALMAS
         esta es la estirpe
         de mi linaje,
         contadora de cuentos,
         sanadora de almas,
         que no pudo terminar
         su aprendizaje, pues
         nunca termina,

         esclava de un mundo
         de esclavos, que nada
         quieren comprender.

         y yo que le transmitiría
         su herencia, atada de
         manos, no pude
         y, quizás, no quise
         atarla a su destino,
         obligarla a sentarse
         en mis rodillas
         y entrenarla en la
         dureza del teatro
         del mundo.

         Abandonada, sí,
         por mí, que tuve
         que haber acunado
         en mis brazos un
         espíritu hecho de
         hecho de viento
         que no sabía volar
         todavía.

Enf.- Todavía no ha
         muerto, abuela,
         pero le contaré
         el final de la
         historia,
         carne de presidio,
         de manicomio,
         ya lo he dicho antes,
         ¡escoria!

Sol.-  Mi hermana,
         abuela, mi hermana,
         mi sombra, mi
         otra mitad, ya
         nadie sabrá mi
         otro nombre si ella
         me falta, nunca
         volvería a ser una,


                                                                                   MI MISTERIO
         nunca se resolvería
         mi misterio.

Enf.- Es mejor que muera
         de esta, o lo volverá
         a intentar, estos
         casos perdidos se
         suicidan cada día,

         para ellos la vida diaria
es pánico, menos real
         que la muerte
         y a mí me aburren,

         quisiera yo una
         buena guerra de
         piernas amputadas,
         tiroteos y trabajar
         a corazón abierto,
         como en la tele
        
         ¡y no estos suicidios
         cutres de gente que
         nada vale!


         Es mejor para la
         familia que se muera
         o que se maten, no
         dan más que problemas,
         créame, cada día
         me los encuentro a
         la deriva, vagabundeando


                                                                           NOSOTROS, LOS NORMALES
         con la propia muerte,
         destrozándonos los
         nervios a nosotros,
         ¡los normales!

Ab.-  Calma, niña,
         cuando despierte
         la enseñaré a
         caminar de nuevo,
         será mi trabajo,
         la enseñaré a
         multiplicar su voz
         soñadora y que sus
         cuentos nos muestren
         la herida nuestra,
        
         quizás su propia
         muerte será la
         que nos recite
         con viva emoción,
         para que nos
         despierten sus
         historias el
         amor a la vida.

Sol.-  ¿Tan duro
         es el aprendizaje
         de una contadora
         de cuentos, abuela?

Ab.-  Hay que abrir y
         cerrar las heridas,
         desollar los nudillos,
         vagar en la oscuridad
         y comprender el viaje,


                                                                                 TRASCENDER, MEDITAR
         dormir al raso, en
         cuevas, trascender,
         meditar, entrar
         en trance, una
         sanadora de cuentos
         debe conocer de cerca
         la vida y la muerte
         en su voz,

                                                                   Para disgusto del enfermero
                                                                     Rosa Mª no deja de vomitar.

         cuando despierte
         podremos escuchar
         las canciones del
         no mundo, sólo
         ella las trae.

Sol.-  No quiero escuchar…

Ab.-  No será mañana
         que vendrá convertida
         en maestra, toda
         la vida no basta
         para engullir una
         sola historia y
         vomitarla correctamente.

                                                                   El enfermero maneja cubos
                                                        y más cubos entre blasfemias.

         La tendré de mi mano
         y cuidaré de su mente
         hasta mi último
         aliento, estaré presente
         pues es la elegida
         para transmitir el legado
         que yo misma heredé
         de los que también
         heredaron y tú,
         nieta mía, tendrás
         siempre a tu lado
         a una curandera


                                                                         TE DOY MI PALABRA
         que no te faltará, te
         doy mi palabra,
        
         quizá de tus hijos
         crezca uno de tal
         linaje que ella
         entrenaría, el
         cuento no se pierde,
         niña mía, nunca
         se pierde.

Sol.-  Yo le corté las
         piernas, abuela,
         ella me lo pidió,
         desesperada y
         ahora yace en
         una camilla,
         envenenada por
         su propia mano,
         su propia muerte.

Ab.-  Así es, empezar
         de nuevo, para
         levantarse tuvo
         que caer hasta
         el suelo.

Sol.- ¡Mi hermana!

Enf.- Pero, qué asco, lo
         que daría yo por
         un buen accidente
         de tráfico, en vez
         de tanto demente…

Ab.-  Déjala que vomite,
         mucho es lo que
         debe limpiar y
         ácido, ella nos
         contará con palabras
         terribles de historias
         inmortales, cómo
         sabe lo que no cabe
         dentro.

Enf.- Es repugnante…

Sol.-  Mi hermana,… yo
         le corté las piernas,
         ella me lo pidió…
         y tú eras una bruja
         terrible!

Ab.-  Solo soy una abuela
         vieja e ingenua,
         pero mi amor es
         verdadero y mi
         misión me devolverá
         la juventud, ¡yo
         cuidaré de tu hermana!

Sol.-  Mi hermana, abuela,
         yo le corté las piernas,
         ella me lo pedía…

Ab.-  Tranquila, niña,
         mi nieta, mi nieta mía,
         tranquila ahora,
         descansa arriba,
         estás tan muerta
         como ella, las dos
         habréis de renacer.

Sol.-  Abuela.

Ab.-  Sshhh… descansa
         ahora…

                                                             Ambas desaparecen del escenario
                                      en el que entran el Rey y la Reina, ella llorosa y él,
                         visiblemente afectado al ver como el enfermero y la camilla con su hija abandonan la estancia entre gran estrépito y maldiciones.


Rey.- Esta hija mía
         no da más que
         problemas y tú
         deja de perseguirme
         y de morderme,
         si me durmiera,
         me devorarías,
         menudo negocio
         hice contigo,
        
         quise pescar uno
         grande, que pesada,
         dos hijas necias,
         una me ignora, la
         otra se suicida en
         casa de mi bloody Rosa
         madre, me avergonzáis,
         a ver que le digo yo ahora
         a los vecinos, la niña
         en el hospital, borracha
         de tranquilizantes, menudo
         negocio, la niña,
         estrella del rocanrol…

         hubiera sido mejor


                                                                                 ESQUELETO DESCOLORIDO
         que hubiese muerto,
         qué vergüenza, ay!
         no me muerdas,
         esqueleto descolorido,

         ay, pobre, tienes frío,
         estás helada, toma
         un abrigo, me congelo
         a tu lado, pero no me
         muerdas, ¿eh?, no, no,
         bueno, muerde un poco
         por detrás, que no se note,

         tantas emociones
         me dan sueño…

                                                                   La abuela hace su aparición
                                                                    con cara de reproche. La Reina
                                                            sigue sollozando y dando muestras
                                                de dolor, pero poco a poco se va calmando.

         Madre bloody Rosa,
         me siento avergonzado
         por el terrible comportamiento
         de tu nieta, mi hija, si
         sobrevive a su lamentable
         espectáculo deberá
         pedir perdón y
         fregarlo todo.

Ab.-  Así me gusta, qué buen
         padre, qué buen marido
         y qué buen hijo tuve,
         Alfredito, debes dejar
         aquí a la pequeña loca,
         que me ayude a llevar
         la hacienda, yo le pagaré
         un sueldo para sus gastos
         y la haré trabajar muy duro,
         no te preocupes

         y haz algo con tu
         compañera, querido mío,
         no ves que tiene frío,
         tomad un cobertor,

esa niña,    
la haré fregar el suelo
         de rodillas, que es como
         queda mejor, déjalo
         todo de mi mano.

Rey.- Eso, mano dura,
         yo lo intenté, fui
         rudo, intransigente,
         desconsiderado,
         aleccionador, fui
         innoble, dramático,
         intenté meterla en
         vereda, pero nada,
         no respondió al
         tratamiento y ahora
         decide suicidarse en
         público con las pastillas
         de su madre, qué
         vergüenza…

         probablemente intente
         matarnos a todos,
         en venganza, ahora que
         no ha conseguido morir,

         una loca, me costaría
         una fortuna en psiquiatras,
         sí, la dejo de tu mano,
         Rosa Mª, he perdido la
         esperanza con ella.

Ab.- Tranquilo, querido hijo,
         fue demasiado para
         ti, admito que te he
         dejado solo a menudo.

Rey.- Muy solo, bloody Rosa.

Ab.-  Alfredito…

                                                                   La madre mima a su hijo.
         ¡Y cuida de tu esposa!

                                                              La madre sale y en ese momento,
                                                            con actitud orgullosa y escandalizada
                                                       aparece su hermana la Duquesa. El Rey
                                             pasea por la habitación meditabundo, mientras
                                  la Reina tiembla en un rincón.


Rey.- Su propia muerte,
         quién podría creerlo,
         le quise yo dar todo
         lo que tuve y no tuve
         y ella me miraba
         desolada y desoyó
         cada sensato consejo.



                                                                           TANTA DESAFECCIÓN OFENDE
         Perdía uno la paciencia,
         pero esto… tanta
         desafección me ofende.

Duq.-¡Calla! no quiero oírlo,
         es un asunto sucio,
         no debemos hablar de ello,
         qué dirán los demás,
         ojos pasmados y oídos
         abiertos  y expectantes,
         con una condena en
         los labios, nos acusarían,
         sin duda, dirían que
         fuimos nosotros los
         desafectos, un suicidio
         es una vergüenza,
         ¡cállate!

Rna.- Mis pastillas, por qué…
         las toma todo el mundo,
         también tú las tomas!

                                                                   Le espeta a la Duquesa, que
                                                        reacciona a la defensiva.

Rey.- ¿También tú eres un
         esqueleto? Estoy rodeado
         de asesinas.

Duq.-¡Cállate!

Rey.-¿Les dijiste algo del
         testamento de Rosa bloody?

Rna.-¿Qué testamento?

Rey.- Unas perlas y un
         papelajo, le dejan la
         casa a nuestra pequeña
         Rosa, quién lo diría,
         como hizo mi tía abuela
         con mi madre.

Duq.-         La casa pasa de
         loca en loca.

Rna.- No te atrevas a decir eso
         de mi hija, las pastillas,
         las mías, la única
         loca soy yo, que traje a


                                                                             LA PEOR DE LAS SERPIENTES
         mi casa la peor de
         las serpientes, pero tú
         también las tomas…

                                                                   La Duquesa se retuerce.

Rey.- También tú, tienes
frío y eres un esqueleto,
         estoy rodeado de
         drogadas, qué mundo
         es este, jamás lo hubiera
         creído, pareces tan entera.

Duq.- Una solo, de vez en cuando.

Rna.-¡Las llevas en el bolso!
         ¡Te las vi antes!

Duq.-         Tirémoslas pues, gracias
         que no ha pasado nada y
         la niña ha sobrevivido,
         vomitando se la llevan, la
         peor de las pesadillas, trae
         tu caja, las tiraremos, lo
         haremos por ella.

Rna.-No, yo las necesito,
         todo esto me pesa y
         me desgasta, no me
         enfrentaré a la fría
         noche desnuda,
         las guardaré, eso sí,
         como si mordiesen,
         mi pequeña vive, eso
         me alivia, ya
         se me pasó el vértigo,
         ¿ves?

                                                                   Extiende la mano.

         antes temblaba


                                                                      POR DENTRO SOY UNA TORMENTA
         y más aún, se que
         por dentro soy una
         tormenta de lágrimas,
         las siento resbalar por
         mis paredes y anega
         sus charcos las entrañas
         que dieron vida a mi
         pequeña Rosa, pero
         por fuera, mira mi mano,

         ¿no lo veis? me hacen bien,
         necesito mi cabeza, debo
         ir al hospital con ella
         y no dejarla, su tía la


                                                                                      NECESITO MI CABEZA
         acompaña pero necesitará
         una madre, hay
         veces que se necesita
         mucho una madre
         ¡y no tantas! no he
         de faltarle.

Rey.- Déjame verlas, las pastillas.

Rna.-Están en la mesilla,
         bien guardadas, entre
         las bragas sucias,
         a salvo de manos
         y miradas, protegidas
         por el escudo más profundo,
         no creí que nadie pudiese
         así encontrarlas.

Rey.- Déjame las tuyas, hermana.

Duq.-No y no hablemos
         más de eso, te lo repito,
         jamás deberemos hablar
         de esto, Relampaguito
         es pequeño, pero se entera
         de todo, pobre niño,
         un suicidio, es demasiado…

Rey.- Déjame verlas,
         junto al vaso solo
         encontré un par de ellas,
         las que pudieron haberla
         rematado y quiso
         el destino que no
         tomara.

Duq.- ¡Qué no!

Rey.- Te lo pide un padre.

Duq.-¡Dije que no!

Rna.- Me voy al hospital,
         os dejo con vuestra
         ridícula ceremonia.

                                                                   El Rey y la Duquesa luchan
                                                             por el bolso que contiene el veneno.
                                                     La Reina desaparece de la escena.

Rey.- Aquí están, veamos,
         qué ridícula cajita,
         quién diría que tienen
         tanto poder… y ya
         casi no te quedan,
         está vacía, no hay
         enemigo pues,

         ¿contra quién lucharemos
         si no se deja ver el asesino?
         ¿a quién odiar? es invisible
         y tiene un nombre horrible
         de pronunciar, qué ridículo
         es todo, qué absurdo…

                                                          Sol aparece silenciosa, queda
                                                       semioculta en una esquina. El Rey
                                                 juguetea con la caja y se toma un par de
                                          pastillas. Sol espera su oportunidad.

         ¡Un enemigo interior!


                                                                      EL ENEMIGO ES INTERIOR
 

Sol.-  Un enemigo invisible.

Duq.-¡Sol, querida! ¿Cómo te
         encuentras?

Sol.-  Un enemigo invisible y
         silencioso, que no huye porque
         callado, entre nosotros, se
         encuentra más seguro,
         un asesino cercano e
         implacable, pero es sencillo
         identificarlo si conoces
         su motivo, su beneficio.

Duq.- El suicidio de tu hermana,
         eso es horrible, habrá que
         enterrarla entre médicos
         y sesiones, quizá algún día
         podremos recuperarla.

Sol.-  Quién lo diría, que mi
         hermana Rosa María
         se suicidaría.

Duq.-Era rara, ¿no?, yo
         siempre la vi peculiar,
         incluso cuando simplemente
         entraba en la habitación me
         provocaba un sentimiento
         siniestro, no es tan
         inusual que esta gente
         se suicide, los
         incomprendidos.

         ¡Habría que haberla
         escuchado más!

Sol.-  Quizás hablaste con ella,
         estábamos con la abuela
         en el huerto y subió a
         beber algo…

Duq.-¿Tu también subiste,
         entonces?

Sol.-  ¿Te hubiera encontrado
         con ella?

                                                          La muchacha se agacha y recoge de
                                                      debajo del aparador el collar de perlas,
                                                 que enarbola con actitud amenazadora
                                            ante la mirada  preocupada de su tía.

         Quizá quieras
         probártelas, pero no
         las aprietes mucho en
         tu cuello, sí, vi algo,
         a ti y a mi padre
         escondiendo un documento,
         un testamento.

         ¿Quieres creerme o
         prefieres que te
         enrolle al cuello esta
         sarta de perlas, que no
         abrigan, mentira
         tras mentira, un
         bonito collar…

                                                          Sol juega con las cuentas
                                                          como si fuese un rosario.

         y bien, ¿me crees?

Duq.- Querida…
         deberías de medir
         tus palabras, no es
         cosa de niñas, papeles
         importantes.

Sol.-  Quizá te llamó bruja,
         arpía, quizá la llamaste
         descarada, quizá
         te gritó lo de la revolución
         y lo de los parásitos


                                                                                    CLARO COMO EL AGUA
         burgueses, lo del no se qué
         establecido y todo
         su discurso odioso y
         tu lo viste claro como
         el agua del vaso que
         ella había venido a
         buscar, que aún podrías
         heredar.

Duq.-¿Qué insinúas?
         Estás delirando,
         musitando
         malevolencias,

         tonta niña,
         que imagina
         torcidas historias,
         cálmate y
         verás que todo
         te lo has inventado,
         que no queda nada
         en el aire más
         que la ceniza de
         tus cuentos.

                                                          La Duquesa altanera se encuentra
                                                 con una mirada extraña en los ojos de su
                                          sobrina y pierde por completo el dominio de la
                             situación.  Mientras tanto, el Rey, visiblemente drogado,
                        se tambalea y juega con los objetos de la habitación.


Sol.-  Corre…

Duq.-         ¿Qué dices?

Sol.-  Dormirás y
         te faltará el aliento,
         podré soportarlo,
         el presidio, si te veo
         solo una vez, el
         resto de mi vida será
         risa tras cuatro
         paredes y rejas,
         pero nunca, nunca
         dejaré que otra vez
         te acerques a
         mi hermana y
         todos tus vasos
         serán lejía
         en tus ojos y
         no verás amanecer
         un nuevo día,

         ¡Corre, arpía!

Duq.-         Niña insolente…

Sol.-  Te tiraré de todas
         las escaleras y
         embestiré contra
         el tuyo mi coche,
         el de mi hermana,
         tu hija y tu
         maridito podrán
         venir a maldecirme
         a mi celda y yo
         me reiré en sus caras,

         no pasarás de
         esta noche, lo
         juro, ¡desgraciada!

Rey.- ¿Qué decís? Estoy
         como mareado,
         son fuertes estas
         pastillas, oye, Sol,
         hija, ¿te has dado
         mucho en la cabeza?
         Dices cosas raras.

Sol.-  ¿Las ves, estas
         perlas?

                                                          Sol enrolla en sus manos el collar y
                                                    le da un tirón, que acaba por romperlo,
                                             las diminutas perlas repiquetean en el suelo
                               del escenario. La Duquesa se asusta, por fin.

                     en cada
         esquina de esta
         casa hay un tesoro
         que nunca conseguirás
         reunir y llamar tuyo,


                                                                        LA TERNURA DEL QUE ABRAZA
         ni agachándote
         miles de horas,

         la ternura del que
         abraza, la familia,
         no volveremos a
         verte…

Duq.-         ¡Qué imaginación,
         otra loca!



                                                          Sol la persigue para estrangularla
                                              con el collar, lentamente se mueve hacia ella
                                  acorralándola hacia la puerta de salida.

Sol.-  Las pastillas
         de mi madre están
         intactas, señora,
         acabo de comprobarlo,

         quiero tu sangre,
         será por la de mi hermana,
         la mía, Rosa María.

Duq.-         Me voy de esta casa
         de locos, de esta familia
         extraña que me deshereda,
         me amenaza y me
         horroriza.

                                                          La Duquesa adopta una actitud
                                               de gran dignidad, mientras retrocede
                                      hacia la puerta. Sol, con gran frialdad y calma,
                            le habla mientras juega con las perlas que le quedan en
                   una de las manos, sin embargo, en su espalda, su otra mano
               retuerce la ropa nerviosamente, al fin y al cabo, no es más que
         una adolescente.



Sol.-  Llamaré a la
         policía y les contaré
         mi historia, si no
         sales de aquí, en
         este mismo momento
         y se te ocurriera una
         vez más pisar esta
         casa y escribiré este
         cuento por si algo
         nos pasara a mí
         o a mi hermana,

         hasta nunca, señora.

Duq.-         ¡Adiós!

                                                          Sol la persigue para estrangularla
La estancia queda silenciosa tras la partida de su tía.    
 
         Sol respira hondamente y un sollozo nervioso
la coge por sorpresa. Su abuela se acerca sigilosamente para calmarla. La nieta se echa en sus brazos,
             llorando desconsolada.

Sol.-  ¡Abuela!

Ab.-  Querida niña…

Sol.-  Corté la leña de todo
         el invierno en una
         sola noche!

Ab.-  Shh, sh, y colorín
         colorado…

         estuve escuchando,
         ¿sabes? fuiste muy
         valiente y muy lista,
         no se cómo no se
         me ocurrió a mí
         que había sido ella,
         mi pequeña hija,
         ya no la reconozco
         y, sin embargo,
         a su roce sigo escuchando
         la música del amor
         más dulce… pero
         he llamado a la
         policía.

Sol.-  ¡Abuela!

Ab.-  Sh,sh…
         tú no puedes


                                                                           TODO NO LO PUEDES TÚ
         cortar toda esa
         leña, querida.


Sol.-  Yo le corté las
         piernas, ¿sabes?

Ab.-  No fuiste tú, cielo,
         todo no lo puedes tú.

Sol.-  No creo que vuelva,
         ¿sabes?

Ab.-  Volverá…
         y cuando vuelva
         seremos miles
         de ojos vigilando,

         yo ya soy vieja,
         mi amor, para
         tomarme la justicia
         por mi mano,

mi querida y valiente,
¿no quieres ver un
rato la tele?

Sol.-  No, quiero
         ver a mi madre…

Ab.-  ¡Sale el sol!
                                                        
  La niña abandona la estancia en brazos de su abuela, que le canta. La escena se oscurece y una gran perla rueda hasta el centro del escenario, muestra una diminuta cara y malignas manos y piernas. Se dirige hacia el público, interrumpiendo su canto.

Perla.- Desde la última esquina,
         inalcanzable rincón, oculta
         a las miradas, mi corazón
         tesoro se muestra ante vosotros.

         Perla soy, por diminuta y
         porque mi importancia se debe
         a mi hermandad, esa belleza
         ensamblada, metáfora es
         de una única garganta
         que surja de nosotras.

         Soy una historia perdida
         y encontrada, ensartada
         en el filo de todas las historias,
         nuestro brillo nos apelotona,
         nos junta y nos atrapa,
         en una forma catenaria
         que soporta el peso
         del tiempo que representamos.

         ¡Un broche venga!
         que nos case con
         la voz que cuenta
         con nosotras,
         una tras otra, cuentos
         que regalar en colección
         de nuevo y de nuevo,
         de nuevo…

         Ligero peso a soportar,
         tanta delicadeza
         y decidida importancia
         elegir la piel
         que nos habite,



                                                                               LA TARDANZA DE LA HERENCIA
         la tardanza de la herencia
         conmina nuestra claridad
         a los cajones más oscuros,

         pero esféricas, como
         el mundo de los cuentos,
         rodamos a reunirnos
         alrededor de un solo ser,
         una guía, su nombre,
         ¡Rosa María!

                                                                  Rosa María aparece y lanza la 
                                                                      perla al público que jugará
                                                                     con ella en el aire.
                                                                 
                                                                   La música de baile y cuento
                                                                 resuena atronadora…
                                                             Los maniquíes vuelan por el aire,
                                                           dando vueltas y vueltas, cada uno de
                                                     ellos emite frases de un cuento,
                                                      los asistentes tiran de las cuerdas que
                                                   los mueven y por fin los cuentos y leyendas
                                             parecen encontrarse con la gente…
                                             
                                TELÓN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario