teatro: CUENTOS DE ORO


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Sinopsis.

Texto basado en el cuento "La princesa rana", de Alexandre Afanasyev
(Moscú, 1871).
Una pelota de oro cae por descuido en un charco. Una princesa sigue su
pista hasta la casa de la bruja, donde se esconde la rana que la rescató. Allí
competirá por recuperarla.



Personajes.

La princesa, la rana, el rey, el ministro y los habitantes del castillo.

Los personajes sombra de todos ellos. Aparecen y desaparecen, su
importancia radica en aligerar los diálogos complicados de su personaje
asociado con bailes gestuales. Los niños asistentes a la representación
derivarían a ellos su atención. Su actitud es circense y coordinada.


Anotaciones psicológicas.
Sorprende la diferencia de tono entre los tres actos. Mientras el primer
acto es poético, circense e introductorio, el segundo es aparentemente más
reflexivo y oscuro; el tercer acto es definitivamente infantil. La
uniformidad que presenta una obra no es, ni mucho menos, obligatoria.
quizá llegue a ser una perversión social. Esta característica de eclecticismo
en el tono es lo que distingue este texto y lo marca de manera fundamental.
El resultado parecería el de haber encargado a tres dramaturgos distintos
la ejecución de una adaptación del cuento original, con todas sus
consecuencias. En su ejecución esta obra permitiría una variación en el
vestuario, en la participación de los actores o en el estilo teatral. Podría
pasar que los personajes fuesen interpretados por actores diferentes en cada
acto o que el tercer acto fuese una representación de títeres.

Pocas veces encontramos en la vida oportunidades de trascender del papel
que se nos asigna o de experimentar con multitud de estilos una misma
situación. Es esta libertad lo que persigue esta obra.

En cuanto a los personajes, la princesa y la bruja mostrarán siempre una
conexión dual. Si una se posiciona en una actitud, la otra deberá representar
el extremo opuesto de la idea. Ambos personajes representan un paradigma
dicotómico. En un momento de la representación sus posiciones se vuelven
confusas y complicadas, lo que se resuelve en la injerencia de un tercero, la
rana, que las aleja hacia el punto de fuga de su cotidianidad y les devuelve
la perspectiva de posición en un grupo más amplio.

La rana es una exposición de como los sentimientos toman el mando en
contra de la razón y el sentido común, dando lugar al desastre. Se ayudan
de la lógica y de la suerte pero persiguen metas que contradicen su propia
naturaleza. La rana es un personaje menoscabado en su entorno laboral y
se siente atraído por el lujo y el ascenso. El vehículo de esa ascensión será
el mecanismo sentimental, lo cual es contradictorio pues el amor es
inocente.

El rey es de un pragmatismo apabullante y simpático. A pesar de su
posición tiránica sus gestos son tranquilizadores, sus actitudes
comprensivas, acercándose quizás, más al sabio que al mandatario sediento
de poder. El aburrimiento ante la mediocridad de sus coetáneos es su rasgo
distintivo.

Los personajes sombra definen las actitudes en un máximo histriónico que
hasta un lactante podría comprender.

El decorado está vivo, como son las circunstancias parte activa de la
situación y colaboran en su desenlace. Más allá del significado absurdo de
las relaciones bipolares, de los conflictos basados en el aburrimiento o en
las expectativas vitales, quedan la realidad del hecho y sus circunstancias.


Escenografía.

El paradigma de la puesta en escena es poder conjugar el teatro para bebés
con la escenificación más rancia. Las escenografía revelaría un mundo
sensible a los sentimientos, donde no hay diferencia entre bien o mal,
correcto e incorrecto, lo vivo o lo inerte. La mesa interviene en igual grado
que los comensales.

Se precisará de gran estímulo sensorial, tanto visual como auditivo,
además de sutilidad y suavidad, o sea, danza en los movimientos.


Texto.



ACTO I.



          Una alegre canción popular inunda la estancia.

Alguien prepara una mesa
  para desayunar,
   son abundantes las flores
    y los aromas penetrantes.
    Olores como el del café y el pan
      caliente atraen al personaje y a la sala.


Bruja-  Bien, sólo me falta la gente.
¿Qué puede haber mejor
que una mesa de desayuno
preparada por una bruja?

        ¡Oh, las tostadas!


Con un guiño y manos en los costados
                                              provoca una explosión negra. Con su mandil
                                    golpea el desaguisado mientras ríe a carcajadas.   
                                   
                                                    La rana aparece desde bambalinas.
                                         Su salto la deposita en medio de la sala. La mesa
                             mueve sus patas y se coloca a la derecha del desastre.

         
Brj- ¡Rana!

Rana-  ¿Qué?

Brj- Pero, ¿Por qué llevas
  los ojos vendados,
¿Algo que no quieres pisar?
¿Algo que no quieras evitar?

Ran- Quiero desayunar,
He olido tu guiso, bruja.


Una voz  resuena desde el exterior.

Voz- Se te quema el pan,
¿Qué no lo hueles?

Brj- Yaaaa...

  La rana tapa sus oídos.

Brj- Pensarán que no puedo oler,
que estoy resfriada,

¡Qué bello saludo
el de la vecina preocupada!

Ran- Si tan preocupada está
que suba!

Brj- Trae, que te desato,
no dices más que cosas raras.

  Le retira a la rana la venda
de los ojos.

Ran-   Es verdad que huele a quemado,
no me lo negarás. Dime,
¿Por qué no la has invitado
a subir? Tu misma sabes
que ese desayuno es un
malogro, bruja,

¡Invítala si te atreves!

Brj- ¡Subeee!

Voz- ¡Voooooy!

Rana se destapa los ojos y tapa sus
oídos con la venda.

Ran-   Me alejo, mejor,
detesto la ópera
antes de desayunar.

                                                La rana se sienta a la mesa, oídos sordos,
  apetito desmesurado.

Brj- Ya sube, casi cambio
de idea, ¿querría yo
una princesa a la mesa?

          ¿Votos en contra?

Rana come, no atiende.

               Se escuchan sonidos de pisadas de oso
                                      y tres golpes fuertes en el portón del fondo.

Brj- ¿Cómo?
Seas quién seas,
comerás,
¡pasa!

                                                                                     Delicada y rosa,
                                                       la princesa, con zapato transparente,
                                                           aparece en el marco de la puerta.
                                    Los latidos de su corazón resuenan y ensordecen,
                                                     sus ruidos de hambre son atronadores.


Brj-     Disimula, mujer,
no obstante, me gusta cocinar
a lo grande.
Siempre se agradece
un ogro a la mesa
en esta casa.


                                                                                   Su importancia la
                                                                       persigue, la silla se separa
                                                                de la mesa para dejarla sentar,
                                                                            sonidos extraños.



Prn-     ¿Te importa si me quedo
de incógnito, apago el
altavoz y charlamos
           como hermanas?

Brj-      ¿Hermanas?


                                        Luz directa enfoca a la bruja,
                                                oscuridad en la sala.


Brj-      No.
             Es sólo un desayuno más.
Sólo un instante.
¿Quién sabe de la necesidad ajena
 de confianza e integración?

  Hermanas puede ser un intrincado
 relacionarse, hermanas
 puede atragantase como
 el oro. 


                                                           Saca de la nada una pelota de oro,
                                             deshaciéndose el encantamiento luminoso.


Prn-     Hace tiempo quería YO verte.
Sabes que soy de muy buena familia,
que llevo mi casta prendida
como adorno de belleza
           y significancia.

Sabes que mi linaje y
las cosas de este mundo
existen porque son.

Brj- También la imaginación
tiene un sentido profundo,
pues es en la realidad
donde se cuece.

                                                                                La princesa dice
                                                                                con tono aterrorizado.

Prn-  Algo me escuece.                               

Brj- ¿Ah, sí?

Maneja la pelota
     de oro con
un baile descuidado,
relajado e invitador.

Prn- Hay algo en el aire.

Brj- Se me quemaron las
tostadas.

Prn- Puedo sentirlo, su
misma transparencia
hace que lo respire, su absurdo
es viva prueba de su existencia,
se positivamente que algo hay
y me atrevo a anunciarlo...
que sin duda ha venido
conmigo a visitarte!

Brj- No veo a nadie.

Prn- Es un secreto a voces.

Brj-     No escucho nada.

        Bromista, la bruja
juega.

Prn- Se que tú lo sabes, bruja.
tú sí que lo sabes, porque
no es de dar de desayunar
que justificas tu existencia.

La princesa enseña
una tostada ennegrecida,
La bruja esconde la
pelota de oro.


Brj-     ¿Qué ofrecerías a una
mano sorda y torpe?
¿Un corazón de oro,
pesado y precioso,
o una vana tostada
quemada?
¿Qué darías a devorar
al triturador? La belleza
se le atraganta.


Prn- Sé que tú sabes, bruja,
y yo sólo confío
          completamente
en ti.

Estruja la tostada
                                                                                    con fuerza.

Brj- Cielos, princesa,
hacéis un buen gesto
de un simple ademán.

Insisto en restarle importancia
a la cosa, esa impostura
no viene al caso,

es suave lo cierto,
suave y brillante lo verdadero.

Prn- Puede,... noto una desazón
tranquila
y viene conmigo una intuición. Quiero que
me la confirmes, bruja,
en mis métodos
ya no puedo confiar.

                                                          Su personaje sombra
                                                               se sienta encima de la mesa,
                                                                               cruzando las piernas.
Brj- Confiar es un arte
placentero, confiar es
mero amor.

Prn- Hay algo que excede
mis facultades,
algo que no puedo decir
a voz en grito,
algo que oculto pero que
para mí es tan palpable
como el color.
                                                                     
El personaje
                                                                       sombra muestra un banderín
                                                                 blanco de tregua y lo agita.


            Sé que antes dije de ti...

Brj- ¿Antes?

                                            El personaje sombra de princesa muestra
                                                        su apuro prudentemente, mientras su
                                                                        alteza permanece inalterable.


Prn-    Eran otros tiempos.
Sería imprudente
confundirse.

Brj-   ¿Antes de ayer?

                                                                      La princesa se alza muy digna.               

Prn-   Siempre te tuve enfrente,
¿Qué hubo de ti que se pudiese
poner sobre la mesa?
¿Lo infinito y delicado
de tu baile?
¡Jamás te vi en uno
de los que organicé!
¿Qué querías!

Brj-   Tolerancia hacia
lo que no es de madera.

      Deja caer la pesada bola.

Prn-   Lo siento, ayúdame.

Brj-   Me has hecho daño
y no tanto como para
esgrimir ni una queja,

eso será lo peor,
un daño tan insulso
y el olvido es tan azaroso...

Prn- ¿Azar? El azar
exige de los cinco sentidos
para manifestarse, exige
de desconocidos por la calle...

Brj-   Dignarse a hablarles!

Prn-   De palabras sueltas...

Brj-     Saber escuchar...

Prn-    De hechos fortuitos...

Brj-   Haber esperado!

Prn-   El momento justo,
el tiempo llegado!

No subestimes el azar,
ahora lo sé,
tuviste razón protegiendo
lo invisible, se me ha
manifestado una intuición,
a mí!

  Pega un puñetazo en la mesa y
                                        vuelve a sentarse. La rana, repentinamente,
                                                    levanta la cabeza y destapa un oído.

Ran-   Pero, ¿qué pasa que
  ha derramado como
lágrimas el líquido
de mi taza, desbordando
mi paciencia?

Prn-   No entiendo nada.

Ran-   Haz como yo, limítate
a escuchar, entender
sólo a veces es bueno,

¡y no siempre desayunando!

Prn- ¿Quién eres?

                                                                  La bruja, corriendo, se abalanza,
                                                 en el último momento ciega la boca de la
                                         rana con la pelota de oro. Esta, atragantada,
                            se arremolina, manos al cuello, por el salón. La bruja                                                                    se agarra un corazón imaginario y la princesa
                                           golpea un cuerpo ya inerte de rana tendida.
                                                                                       La luz baja su intensidad y un foco ilumina la escena central en la que la princesa consulta visualmente a la bruja,   que gira la cabeza y aparta su vista, pudorosa, del momento en el que la princesa conecta el altavoz y se arrodilla con gran pompa para darle el beso de la vida al cuerpo yacente que oculta un dorado tesoro.
  Una lenta canción de mujer inunda la estancia.

ACTO II.


Una deliciosa melodía tradicional  inunda la estancia.


En el comedor de la bruja varios personajes han tomado asiento,
  ya no hay sillas libres. Algunos atienden a la rana, que se acompaña de
   un instrumento de cuerda para cantar una canción de la tierra y del
     mar.

      La bruja y la princesa hablan en susurros en el centro de la estancia.
 La rana sube poco a poco el tono de su canción y las conversaciones se
    animan. Poco después la pieza se vuelve instrumental y la charla de las
protagonistas de la historia se vuelve audible.



Bruja-   Entonces, no lo sé.
    Entonces, quizás, te has
    equivocado de nuevo conmigo.

Princesa-   Busquemos ese
             sitio del que jamás
   hemos salido y
   mantengamos los
   lugares sin excusas.

Brj- Has venido a
rechazarme.

Prn- ¿Has venido a
rechazarme?

La princesa habla con aspavientos.
                                Su personaje sombra está dormido a sus pies.

Te duele.
Es sólo dolor.
Pero ahora estoy
aquí porque yo sé
que viene la guerra.

Brj- La guerra.

Prn- No habrá imágenes
          en mente, ni nieblas,
no habrá clemencia, ni
liberación.

Brj- Pero romperán y
robarán, como
siempre hicieron.

Prn- Mejor.

Brj- Y los cristales rotos.

Prn- Mejor aún,
será tiempo de
redoblar los peinados.

Luchemos contra
ese pánico absurdo.
El miedo es un escozor
miserable. Vivamos
de modo superior.

Brj- Sería nuestra
oportunidad y
lo sabes, de
retorcerte el
pescuezo.

Prn- ¡Qué asco!

Brj- Te patearía y te
arañaría, ver tu
casa destruida y
a ti desterrada por
haber cometido la
infamia de robarnos
el honor.

Tú y los tuyos,
escoria presumida y
elegante, con las manos
sucias y no de tierra o
de mierda, sino de sangre.

La guerra es nuestra
oportunidad.

Prn-   Ahórrame el aburrimiento
y la gimnasia.

La guerra vendrá y
tu y yo sostenemos la
calma en nuestras manos.
Sabremos recorrer ese
camino sin mezclarnos.

Haremos más en ninguna
dirección que sobre el viento
de los pensamientos dementes.

Hagamos nada contra
la guerra, ni la guerra.

Brj- Sólo limpiar y limpiar,
lo que tú, perezosa, y tus
secuaces ordenáis.

La princesa y su personaje sombra                                                                             ejecutan una danza primorosa.

Prn- Limpio y ordenado.
Lo ordenado parece
limpio, aunque mate
tocarlo con un dedo,
porque carece de amor,
es sólo poder,

infringe descanso a la
vista. Está ordenado,

y nada más, el cero
absoluto, el principio
vital de las cosas,

a partir de las órdenes,
podrás hacer lo que quieras.

Brj-   Limpiar.
¿Porqué lo desordenado
aunque limpio parece sucio?

  Lo desordenado incomoda
y hace reaccionar.

Prn-   Desde lo desordenado
no se crece y lo
desordenado es
peligroso.

Brj-   Pero está limpio de
disciplina estéril, está
cuidado, mimado, amado
y comprendido.

¡Mira la tierra!

Prn-   No crece desordenada,
Respeta normas de
durísima rigidez.

Bruja sucia y cansada,
tu posición es desalentadora.

Brj- Sabes que no, que
yo sé bailar.

¿Quieres ganar la
guerra de las guerras?

¿He de ordenar
tu paisaje, princesa,
y encarrilar tus desmanes
fofos haciendo nada?

Sí, tienes razón,
nada contra la guerra
en el agua de los justos.

Seres de luz, entre el barro,
hacia las sombras.

Prn- Aún ha de agotarse en ti
la vehemencia y
esa calma será, quizás,
tu arma de lucha
contra mi banalidad.

Sólo la calma.

La princesa admira en si misma
las muestras de calma.

Brj- El desinterés, las mentiras.

Prn-   La calma.

  El arroyo de la dulce canción,
quizá sea de agua negra.



Una  cadencia contagiosa de inteligente melodía inunda la estancia.
  Los asistentes bailan con agrado e intentan bailar con la princesa que
     los rechaza, altanera y avergonzada.
Esta se vuelve hacia la bruja,
                                                       y le recrimina la tenencia de un ejército.
Prn- Habitas un discurso
que no llegas a comprender.
Tu pose rígida
te duele en los huesos.

  Seríais capaces de ser felices
en la sumisión del alma,
que sólo desea respirar
profundamente.

Brj- La razón te asiste, ya lo sé,
pues tantas veces ha venido
de mi lado.

Olvidas que desapareceré
antes que tú.

Mi razón vuela ya
hacia el infinito,
en busca de una fracción
perdida.

Migro como las aves
hacia los dulces paraísos
de la derrota,

donde dejaré caer mis
dientes y lucharé
por la libertad sin recuerdos.

Prn- Vas a olvidarme, quizás.

Brj- No sabré quien eres.

Cuando me visites
habré de conocerte
por primera vez.

Prn- No te habrán servido
tus arteras mañas
para nada.

Brj- Todas tus maneras,
tu equipaje de miles de
reverencias, tanto tiempo
exigidas, son ya para mí
notas curiosas de una
canción desafinada.


   La bruja lanza una maldición bajo
la protección de sonidos chamánicos
y llamadas a la tierra y al cielo.

Vas a convertirte
en bruja, por mor
de la intuición.

Habrás de olvidarte
de todo lo aprendido.

He comenzado a
sospechar hoy
que la nueva bruja
vive, quizás, escondida
en mi mejor enemiga,

la que en verdad
comprende toda mi
naturaleza y el
auténtico peso del
tesoro a heredar.

Prn- No sabrías yo hacer de
bruja.
No sabes tú ser princesa.

¡Qué la rana decida en
esta controversia,
si existimos o es sólo
polaridad!

Se acercan a la rana y la zarandean,
exigiéndole un veredicto.

Brj- Veamos si importa
el mundo exterior,

      Saca tú la
  pajita más corta...

Rana-   No, no importa...



Prn-                                                      Con desdén.
     
            Si existen las razas
  o es sólo
migaja de trozo mayor                                   
lo pequeño.

Con beligerancia.


Brj- Si hay mesa sin sillas,
muebles sin fuego.

Con angustia.

Prn- Si habremos de
sucedernos como 
las estaciones,

Si es de oro el ídolo
con pies de barro.
La escena se oscurece,
  una luz cenital ilumina al personaje central, la rana,
     que reflexiva abre los brazos en cruz y emite su veredicto
   con afectación y
posterior reverencia.
                 La rana eructa. Al inclinarse deja caer una pelota de oro
                           que recorre el escenario hasta alcanzar al público.


Una deliciosa melodía tradicional  inunda la estancia.



ACTO III.


Una oscura melodía inunda la estancia.


Los personajes invitados a la fiesta
            lentamente rellenan enormes cajas
                     con los artículos que pueblan el decorado, 
                              limpiando de connotaciones el escenario.

                      Solemnidad y oscura reverencia se imponen,
             cuando el silencio se hace por completo en la sala
   la oscuridad irrumpe y un único foco ilumina a la rana
                 en el centro del escenario.


Rana-   Dos millones de cientos
de años han pasado
y  pasé yo
en el centro de una
charca cenagosa
y opaca.

Salté y jugaba
para que la luz entrase
como un rayo
e iluminase los
pútridos fondos
en los que se respiraba…

hasta el día
que llegó,
tras noches
largas de luna,
tras días que
se sucedían
en vano,

hasta el día en
que llegó
una pelota
de oro
que tocó
con el peso
de su peso
todos los lodos
depositados
en un baile
de ecología
infinita.

De ese accidente
hice yo mi
esperanza y
mi riqueza
y, abriendo
la boca,
extraje
del barro
más guarro
una luz distinta,
que enmudeció
la negrura.

¿Y ahora
pretendéis,
Princesa,
reclamar
lo que por su peso
llegó a mi
mano?

No lo permita
la hermosura
del azar,

¡No tenéis derechos
bajo la superficie
si no sabéis nadar!


Prn- ¡Claro que sé
nadar! ¡Y el
oro es mío!

A juego con
mis cabellos
dorados y mi
regia condición…

Ese oro te ha llegado
por descuido
¡y esa no es
razón!


Ran-   Las razones
que atiendan
a lo mío.


Prn- ¿Qué harías
tú, vasallo,
para merecer
el gesto de
que una princesa
te regalase
un tesoro tan
ororosamente
bello?

¿O no sabes
de la sangre
que ha costado
su valor?


Ran-   Ninguna
princesa mimada,
que haya pirateado
al mundo
sus vestiduras
puede reclamar
que es suyo
lo que perdió
por descuidada.

¡El oro es
mío!


Prn- Oye tú,
rana disfrazada
de príncipe del
pueblo,
mis faldas
almidonadas
también saben
luchar.

No soy yo ninguna
princesa desdentada,
me comeré
tu corazón
y tus patas,
ganado de la
tierra.

Además…

La princesa
rebusca entre sus faldas
con pasión.

tengo aquí la
foto, la tuve
primero,
lo  tuyo es
un capricho
efímero,


                                                                    Ella muestra el marco dorado,
                                                           irrefutable,   
                                                  de sus expectativas.


La bola fue
regalo de
mi último
cumpleaños.

Es mío el
oro, lo tuve
primero.
Quedártelo
sería robar.
Intentando
negociar
conmigo
te conviertes
en esclavo.

¡Haré secar
tu charco,
seremos
enemigos!


Ran- Na,na,na,na…

la rabia
te convierte
en niña fea,

¿Quién es
el sapo  ahora?

El oro se merece
que lo quiera
una oportunidad
cualquiera
de conquistar su
libertad.


Prn- ¿Qué hay que tú
quieras que
podamos trocar?

Esa quimera
por la que lloras
  es el turno que
te toca y la vez
esperas,

algo habrá
que quieras,
no lo puedes
negar.


Ran- Territorio.


Prn- Sea.


Ran- Hambre
y flores.


Prn- ¿Qué más?


Ran-   Que no
lloréis por mí.


Prn- Sabré disimular...                                   Ironiza la princesa.


Ran- Amores
y un segundo
de paz,


honores,
lujo y tu
reflejo en la bola.
Quiero que en
mi charca
digas hola,

¡Qué me quieras
de verdad!


Prn- A esto nos lleva
el diálogo, al
ridículo.

Muy bien, ¡nos
lo jugaremos!


Ran- Harías trampa…


Prn- Una partida
me debes.

Quien gane se lleva
la pelota.


Ran- Si gano yo
te callas la
boca y me
dejarás
mancharte
las faldas.

Si ganas tú
sin falta
volveré a croar
en mi charca
un largo poema
que recuerde
a la princesa
que pudo ser
mi almohada,

aunque me asuste
porque muerde.



Prn- Si ganas
tú te llevaré
de la mano
a mi
castillo
suntuoso.

Diré a mi
gente que
somos hermanos
y que nos une
lo más
precioso.

Si gano
yo, nadie
sabrá
que vine a
buscarte
a la morada
de la bruja
y supliqué
para llevarme
la burbuja
de oro que nace
del fondo de tu
charco
y olvidaré
tus modos
arrogantes
y las maneras
de rana gigante
que te convierten
en ese digno
adversario
que merezco.


Ran- ¿A qué esperas?
¡Juguemos!


Prn- ¡Adelante!

  La mesa se prepara, caminando hasta
                                         colocarse en medio de los dos contendientes.
                            Ambos la miman,  al tiempo que,  con
                              desmanes, la vacían de objetos a manotazos.


Brj- Entiendo
que rompáis todo,
pues tú vienes de charco
y allí nada te
estorba y tú
estás criada en
palacio y
nada te importa,

pero quizás a
mí, árbitro
imparcial de vuestra
contienda,
me parezca
francamente
mal
que vengáis
a mi casa
con esos
malos modos
de princesa
y de
animal.


Prn- ¡Calla, Bruja!

Aquí tienes
para pagar
los desperfectos.

Tira monedas al suelo,
que repiquetean bastante.
              Los asistentes a la fiesta se abalanzan.

Ran-                                A la bruja.
           ¡No me
aflijas, ¡qué
la quiero!
                                        A la princesa.

Más sucio
que el barro
es el dinero.


Suena sus narices y esparce
moco de rana enamorada
encima de las monedas que ya nadie
quiere coger.


Brj- Ya veo
que no existe
conflicto más
bobo
que el infinito,
ni antídoto
a su locura.

Mientras quiera
la mesa
seguir debajo
y el techo
seguir luchando
y sosteniendo
vuestro cielo
no seremos
nosotros los
que interrumpamos
el baile
de vuestra
interpretación.


Se dirige a la concurrencia
                   y al público.


¡Qué nadie
les moleste!
No buscan
nuestro aprecio
y aún intentarían
robar nuestra atención.

Siempre les
quedarán las
migajas al
vuelo de
lo nuestro,
que con sinceridad
apreciamos
cualquier manifestación
de la viva naturaleza.

El oro quiere
al charco
y la carne,
tesoros.


Bailemos
a lo nuestro,
gente del pan,
pues no nos sobra
el tiempo
y se queman,
¡Siempre
se queman
las tostadas!

                                                      Se abre el baile y la partida.

Una interminable, alargada, cadenciosa y juguetona melodía inunda la estancia.






ACTO IV.


Una melodía bailable y elegante inunda el cuadro. Se trata de un espejo. Es el rey, que baila. La estancia atiende desinteresada.

Rey-    Nadie quiere
            bailar conmigo.

       
 Dicen que piso,
que muerdo,
que doy la vuelta
y no aviso,
que canto mal,
si yo soy el
rey y esta es
mi casa,
¿qué pasa?
¿por qué será la
gente tan
formal?


                                 Atemorizado se acerca un paje
                           al servicio de su majestad, dubitativo y
                    Atemorizado se acerca un paje
                         al servicio de su majestad, dubitativo y
                                             Atemorizado se acerca un paje
                           al servicio de su majestad, dubitativo y
                    Atemorizado se acerca un paje
                         al servicio de su majestad, dubitativo y...

Paje-   Majestad,
          lo-lo siento.

Rey-   ¿Osas in
          terrumpirme?

Paj-   No, soy un
         zorro.

Rey-   Replicarme.

Paj-   Vos habéis
 mandado
 llamarme.

Rey-   ¡No! Y me
          parece bien.
 Con tanto
rumor
elegante
bailo a
solas entre
mi gente.

 Celebro que
alguien
espante la
rigidez
del ambiente.

 No te recuerdo,
no obstante,
ah, sí...
¿habéis encontrado
a esa princesa
caprichosa que,
por ser hija
mía, todo lo
desordena,
incluso los
horarios?

Paj-    Me han llegado
noticias
espantosas!

Rey-    ¿Está en peligro
o es ella la
peligrosa?

 Ambas cosas,
me temo,
el mundo entero
no es lo suficiente
mente grande
para las
princesas
hermosas.

Paj-      Anda en
malas compañías.

Rey-     No eran esas
sus manías,
algo querrá,
pero, ¿qué querer
podría? ¡Si aquí en
palacio todo
lo tiene,
¿En casa de
quién está?

Paj-    De la bruja arpía,
de la gente del pan,
jugando con
los vasallos
más mugrientos
y no ha de regresar
sino con la victoria.

                                                           
Rey-                            Pensativo.

            Tampoco
a ella le gusta bailar
conmigo.
¿Crees que echaré
de menos
a una hija
desagradecida
que para divertirse
huye,
a mí, que
debo bailar
solo, no me
quiere ni ver.

¡Qué se bañe
al volver!

Y que venga
el bufón,
me aburro,
qué venga
la rana
con su música
profana y
su alegría,

con sus chistes
bobos y sus
malos modos,

es la única
que me cuenta
la verdad de
lo que sucede
fuera de palacio,

si no fuera
por ella tendría
que salir
a comprobar
que todo, todo
el mundo me ama.

Paj-    El bufón no
          aparece.

Rey-   Hace días.

Paj-     Pensábamos
          que volvería.
Rey-    Ni mi hija,
ni el bufón...
no me llaman
rey por nada
                                          Rie.
Ha ,ha, ha,
me huele todo
a lodo y
a boda!

Paj-     No pensará
que un bufón
cualquiera
puede casarse
con una rosa
de tal gracia.


 No pensará
que querrá
casarse una
princesa ...
¡con una rana!

Rey-    Ha, ha, ha
¡Y creíamos
que era feo y un
bobo animal
que solo sabía cantar,

me gusta,
me gusta,
es original
y me hace reír con
sus chistes, sus
chismes y sus
cotilleos.

No pensaba que
mi hija fuese
tan real,
fijarse en
alguien tan
verdoso,
tan viscoso
y pegajoso.

Paj-     Parece que
tiene la pelota
de oro.

Rey-     ¡Aaaah!
Veo que todos
tenemos
virtudes ocultas!

  Pero, ¡qué vengan!
Me son muy
queridos los
dos, este
espejo es tan
aburrido
que ni me
contesta.

Paj-     ¿Quiere
que mande
a buscarles, señor?

Rey-     No, quiero
que vengan.

  Nadie me entiende,
que mis deseos
son fruto de
la realidad,

que yo no
me imagino
nada,

que puedo
percibir perfectamente,
sentirlo todo,
acabar de empezar,

que soy la ley
de la verdad,
el rey.

  Por eso no
me molesta
bailar solo,
el suelo
consuela mi
vuelo,
la gente,
en cambio,
me mantiene
siempre  en
vilo.

Princesa-  ¡Padre!

Rey-    ¡Oh, hija
mía, qué alegría
me das!
¿Vuelves con
compañía?

Prn-      No te lo
creerás...

Rey-      A fe mía
que habrá sido
una sorpresa.

Prn-     Para conseguir
la pelota de oro
tuve que dar
mi promesa de
amor.

Rey-    ¡Tesoro!

Paj-     ¡Princesa!

Prn-     ¿Le echareis
de palacio
de mala manera,
creyendo que
es un sucio
 animal?

Rey-    ¿No es tierna
su compañía?

Prn-     No está mal.

Rey-    Hija mía,
la palabra real
no es la de
cualquiera,

tus pasos
debieran ser
rectos desde el
principio hasta
que el final
lo quiera.

Prn-     Pero, padre,
es pegajoso
y valiente,
es pringoso
y suave,
es verdoso
y resplandeciente,
es repulsivo
y amable

y hay un
inconveniente...

Rey-    ¿Cuál?

Prn-     Canta y
me habla
de amor.

Rey-      Pues que
hable, con las
pelotas de oro
¡no le ha de faltar
valor!

Rana-     ¡Padre!

Rey-     ¡A mis brazos,
predestinado!
Tantas horas
juntos hemos
pasado
entre bromas
que este,
tu último chiste,
¡es lo más!

  Casado con la
princesa
quieres verte,

a pesar de
que no puedo
entenderte
veo que consideras
a mi hija
como un premio
sensacional,

esto me basta,
es buena señal
de lo fino de
tu pasta y
de tu gusto

Rey-                                       A la princesa.

Ve a darle el
disgusto a
tu madre,

yo hablaré
con el espejo,
déjalo de mi
mano,
mi reflejo y yo
somos como
hermanos
y, aunque me
alejo y
 vuelvo a él,
nuestros
sentimientos,
miedo y sufrimientos
compartimos,

sabré convencerle
de lo real
de tu destino.

Paj-     ¡La princesa
y el bufón!

Prn-     ¿Cómo el
bufón?

¿No eres la
rana libre del
territorio desconocido?

Ran-     Quería
habéroslo dicho,
que soy el bufón
de vuestro palacio,

jamás os
habéis fijado
en mí
y solo una
vez me habéis
rozado y, sin
embargo,
yo habré
pensado en
vos tanto
que pareció
demasiado.

  Cuando en
el barro
perdisteis
vuestro tesoro
supe que
podría llegar
hasta vos.

  Si tanto os
importa el
oro no os
importará el
charco
de  mi voz.

Prn-     ¿Y si
 me mancho?

Ran-     No te marches.

Prn-     ¿Y si
os ignoro?

Ran-     Os devolveré
el favor.

Prn-    Y si sois
un príncipe
encantador
y con un beso mío
que os diera,
la magia
os convirtiera
en un muchacho...

¿y si la rana
no fueras?

Ran-    ¡Og, qué horror!
¡Ni hablar del
amor!

 ¿No me digáis
que sois
esa hechicera?

Prn-     Algo me
dice que
pruebe a
mojar mis
labios,

que ellos podrían
distinguir
en tu carne la
mía.

Ran-    ¡Da mala
suerte comerse
al novio antes
de la boda!

Prn-     Probemos
con un ligero
beso,

quizá seáis
un embrujado
esperando
que la magia
del amor
os devuelva
la forma
de príncipe
encantador.



Rey-     ¿Qué tiene
de malo
su forma?

 Vas a malograr
al bufón,

a quien por
cariño transforma
mas le valía
buscar antes
mejor,

 ¡Corre, bufón!
 ¡Salta, mi
rana por
la ventana!

Ran-     Mirad, princesa,
yo no sé
quien seré
mañana, pues
el mañana
es siempre una
sorpresa,
pero hoy en
vuestra mesa
vais a sentar
a una rana.

Prn-      No me vengas
con esas,

¡esto lo arreglo
yo con un poco
de baba
gruesa!

Ran-     ¿Y si no
funcionase?

¿me querrías
todavía?

Prn-    ¡Si no
te quiero
ahora!

¡Qué tontería!

Ven aquí...

Ran-    Qué sencillo
olvidarte,
si es tan difícil
amarte,


adiós, mi bella
niña cruel,
en todos los
charcos
encontrarás
mi huella.

Rey-    Adiós, mi
bufón fiel,
¡huye!

Prn-     Pero, pero, pero...
¡Si yo pensaba
darte amor
sincero!
¡El mundo
entero!
¡Y a mí
primero!

¿Por qué
me abandonas?

Ran-     Es que
no me gustan nada
las princesas
mandonas.


Rey-     Adiós, amigo,
hasta siempre,
en la frente
llevo tu charca
y tu carrera,
valiente era
la distancia
y aún más valiente
será esperar
a que vuelva
a mí
la ocasión
de disfrutar
de tu gracia
sincera.

Ahora que te veo
volar a la carrera,
quién sabe,
me pregunto,
si un rey león
podrá
una charca
encontrar.

Prn-    ¿Y una princesa?



Rey-    No, cielo,
las princesas
se casan y
se cansan de
estar en casa.

Prn-    ¡Vuelve,
rana, vuelve!
¡Qué pena,
pero qué pena!....



Se escucha a lo lejos una
        música deliciosa que se aleja....



                                                             TELÓN

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